domingo, 12 de septiembre de 2021

ISABEL DOBARRO, LUMINOSA Y SINGULAR

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Isabel Dobarro, piano. Programa: Piezas de Mel Bonis, Hélène de Montgeroult, Maria Szymanowska, Pauline Viardot, Clara Schumann y Narcisa Freixas. Sábado 11 de septiembre de 2021

Foto: Actidea

Resulta inquietante que coincidiendo con un aniversario tan luctuoso como el de los atentados del 11 de septiembre, recalara en el escenario de los Jardines del Alcázar una española residente desde hace mucho en la ciudad de los rascacielos que tan dañada salió aquel trágico día ayer rememorado.
Isabel Dobarro es una joven, luminosa y singular artista muy implicada en causas de enorme calado humano y sentimental, desde el cambio climático y la conciencia por el medio ambiente a la educación de nuestros más jóvenes en valores de progreso y respeto, pasando cómo no por la recuperación de la memoria artística de uno de esos colectivos tan silenciados a lo largo de la historia (del hombre) como son las mujeres, postergadas desde siempre a labores domésticas que las han mantenido en la sombra, sin posibilidad de desplegar un talento y unas aptitudes que poseen por lógica y sentido común. Es el eterno debate de los colectivos incómodos que mejor conviene mantener invisibles por constituir una amenaza para la hegemonía del patriarcado y la ostentación del poder arraigado en agentes tan peligrosos como la Iglesia o la Monarquía. Por eso es importante, ahora que tanto se hace y algo se consigue por iluminar y divulgar todo aquello que una vez estuvo prohibido, no olvidar, seguir adelante y no permitir pasos atrás fomentados por factores e instituciones parapetadas en la inercia y la tradición.

Es casi una consigna de estas Noches del Alcázar que cada intérprete ilustre en la medida de sus posibilidades las obras que van a tocar. Pero nunca hasta ahora habíamos asistido a un acontecimiento como éste en su seno, más una conferencia amenizada con las breves piezas para piano programadas, que un concierto en sí. Una experiencia didáctica, tan interesante gracias a la pasión, la elocuencia y el atractivo desplegado por su meritoria artífice. Enmarcada en la celebración del doscientos aniversario de Pauline Viardot, que ya el día antes contó con la valiosa aportación del conjunto que lleva su nombre e integra al pianista Francisco Soriano y las voces de Urszula Bardlowska y Helena Resurreiçao, la propuesta de Dobarro englobó a compositoras que realizaron su trabajo fundamentalmente en el siglo XIX, recorriendo estéticas distintas que van del clasicismo de Hélène de Montgeroult al modernismo de Mel Bonis, pasando por el romanticismo de Maria Szymanowska y Clara Schumann o el nacionalismo de Narcisa Freixas o la propia Viardot. Un amplio espectro en el que la divulgación y recuperación de un acervo cultural considerablemente denostado encontró en la voz y el sentido de la responsabilidad de la joven pianista su mejor aliado.

Talentos en la sombra

Más de una vez tenemos que preguntarnos si nuestra apreciación de lo que es buena o mala música, trasladable a cualquier otra disciplina artística, responde a criterios libres de prejuicios o si por el contrario está más bien condicionada por los parámetros que nos han sido impuestos y por aquello que ha disfrutado de una mayor divulgación y a lo que por lo tanto más se han acostumbrado nuestros sentidos. Siendo así puede que esta recopilación de obras marcadas por una sensibilidad distinta, que como bien apuntó Dobarro se revela generosa en quiebros, transiciones, cambios de tono y color tan elocuentes como impactantes, nos resulte difícil de calibrar siguiendo los cánones aceptados. Pero lo cierto es que aliñado con los suculentos comentarios de la oradora pianista, el programa fue todo un feliz descubrimiento, iluminando a autoras valientes y arriesgadas que tuvieron que demostrar el doble que sus colegas masculinos y compagnar su labor creativa con la rigurosamente doméstica del cuidado de familias y casas.

Dobarro nos descubrió un Preludio de Mel Bonis de ribetes tan melódicos y modernos, sin salirse de la tonalidad, que prácticamente se adelanta a la canción o chanson francesa. Su pulsación precisa y académicamente impecable y su ágil articulación apreciable en el tumultuoso Estudio de Montgerault, cuyo talento para la música y la docencia prácticamente le salvó de la guillotina revolucionaria, o en el tempestuoso Scherzo de Clara Schumann, más bien un allegro moderato aliviado en su zona central por un cándido adagio, marcaron su singular estilo interpretativo. Con él defendió también un Nocturno de Maria Szymanowska que evidenció por qué en algunos ambientes se le considera nada más y nada menos que la precursora de Chopin, así como un repertorio de piezas breves de Viardot que dejaron buena constancia de su carácter cosmopolita, con especial hincapié en las danzas y las canciones, quizás su repertorio más divulgado, en piezas como la jota Alza Pepita o la Tarantela cuya versión para solo piano se estrenó precisamente en esta velada. Interpretó también una brevísima Muñeira de la catalana Narcisa Freixas, también pintora y escultora, alumna de Pedrell y Granados y muy conocida por sus canciones para niños y niñas. Lo hizo según confesó por ser gallega, sin embargo dejó fuera del programa una Polonesa de Eugenia Osterberger, nacida en Santiago de Compostela y afincada en La Coruña, cuyo trabajo viene siendo muy reivindicado en los últimos años. El fácil y cristalino fraseo de Isabel Dobarro y su amena elocuencia consiguen que lo aprendido no caiga en saco roto y lo recordemos mucho tiempo. El público aceptó su propuesta entusiasmado y ella respondió sinceramente emocionada.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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