domingo, 20 de octubre de 2024

LA HABITACIÓN DE AL LADO La depuración de un estilo

Título alternativo: The Room Next Door
España 2024 106 min.
Guion y dirección
Pedro Almodóvar, según la novela “¿Cuál es tu tormento?” de Sigrid Nunez Fotografía Eduard Grau Música Alberto Iglesias Intérpretes Tilda Swinton, Julianne Moore, John Turturro, Alessandro Nivola, Juan Diego Botto, Raúl Arévalo, Victoria Luengo, Alex Hogh Andersen, Esther McGregor, Alvise Rigo, Melina Matthews, Sarah Demeester Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2024; en España 18 octubre 2024


Desde que la escritora estadounidense Sigrid Nunez publicara en 2020 su novela, Almodóvar decidió llevarla al cine y convertirla así en su primer largometraje rodado en inglés, tras sus coqueteos con el idioma en los cortos La voz humana y Extraña forma de vida. Como el título original de la novela indica, What Are You Going Through? (¿Qué es lo que te preocupa?, aquí traducido como ¿Cuál es tu tormento?) y haciendo uso de un estilo tan personal que prácticamente todo se le permite, el director manchego aprovecha su trama central para verter todo aquello que le preocupa a él personalmente y a muchos de sus seguidores en particular. Así no es de extrañar, y tampoco debe molestar, que en medio de los entresijos de esta hermosa película sobre el valor de la amistad, la compañía y la solidaridad en momentos muy cruciales de una vida que se apaga, Almodóvar, también escritor y rotundo creador, salpique su historia de reivindicaciones en torno al medio ambiente, la guerra, la extrema derecha y, especialmente, la losa de la religión impidiendo en tantos casos una vida digna y plena de tantos mortales, desde la histórica condena de la homosexualidad a la más explícita en este caso de la eutanasia como medio de evitar tanto sufrimiento y desgracia. ¡Todavía el Opus Dei celebra el tormento extremo como medio de salvación y gozo en el más allá!

Sin embargo, en su disección de tan duro viaje hacia la muerte, Almodóvar procura ser tan sobrio y solemne que le sale una película no tan emotiva como prometía, y su hermosísima banda sonora de Alberto Iglesias preconizaba. Un trabajo del compositor vasco que quizás pudiera reportarle el Oscar que se le ha resistido tras las nominaciones de El jardinero fiel, Cometas en el cielo, El topo y Madres paralelas. Su pulcrísima puesta en escena, generosa en colores fogosos, y su extraordinario trabajo con tan grandes actrices, una camaleónica Tilda Swinton con la que ya trabajó en La voz humana y una espléndida Julianne Moore expresando con la mirada y el lenguaje corporal más de lo que muchos y muchas son capaces de hacer con un buen texto, son de por sí méritos más que suficientes para lograr un film disfrutable y hasta ameno, e incluso haberle reportado ese León de Oro en Venecia con el que aterriza por fin en nuestra pantallas, antes de hacerlo en el resto del mundo.

Poseedor de un estilo tan definido que consigue hasta que un nuevo operador de fotografía, el catalán Eduard Grau, a pesar de un inflado currículo y con el añadido de estar tan familiarizado con el cine hollywoodiense, se adapte a la huella dejada por José Luis Alcaine, responsable en gran parte del estilo visual del cineasta manchego desde Mujeres al borde de un ataque de nervios. Por cierto, si la memoria no nos falla, nunca antes Almodóvar había ensanchado tanto la panorámica de una película suya. Pero al margen de estas consideraciones estilísticas, y de la frecuencia con la que un refinado y cultivado director suelta sus cuitas culturales, en esta ocasión netamente anglosajonas, desde William Faulkner a Edward Hopper pasando por Buster Keaton, James Joyce o John Huston, o una fascinante casa de campo que parece un cruce entre Frank Lloyd Wright y su simbiosis con la naturaleza y Frank Gehry y sus rebuscadas geometrías, aunque en realidad se trate de un trabajo de Aranguren y Gallegos ubicado en la Sierra de Guadarrama, cerca de El Escorial. Todo un lujoso envoltorio para diseccionar nuestra inevitable relación con la muerte, la aceptación como algo que ha de sobrevenir y ese permanente juego de amor y lucha con el destino, tan bien plasmado en los episodios bélicos que salpican la narración central, Vietnam e Irak como ejes fundamentales. Una relación que la escritora y el cineasta hacen coquetear con el sexo y el amor, en una macabra danza de amor y muerte en cuyos pilares descansan las existencias en cierto modo algo torturadas de sus dos protagonistas, una escritora de éxito en cuyo último trabajo confiesa su animadversión hacia el destino final, y una reportera de guerra para quien el único consuelo ante tanta barbarie y tragedia ha sido el compañerismo, el sexo y la sensación de seguridad que da el grupo, y que precisamente por ello demanda una compañía fiel y sincera en sus últimos días de vida.

Quizás porque el director no está suficientemente familiarizado con el idioma, echamos en falta algo de humor en esta dolorosa aunque no tan conmovedora película, seguramente porque el glamour y el notable bienestar que disfrutan en su madurez estas dos amigas que se reencuentran, nos alejan de la verdadera intensidad del drama que tanto acosa a gran parte de una población mundial que ve diezmada su capacidad de respuesta ante la agresividad sin compasión de quienes enarbolan la bandera de la libertad y el libre comercio. Como sucedía con Woody Allen cuando homenajeaba a Ingmar Bergman, la de Almodóvar es puro Almodóvar, aunque en el fondo encontremos la dolorosa sustancia del director sueco. Con todo, sea por sus espléndidas actrices y no menos extraordinarios trabajos, la prodigiosa música de Iglesias, la bellísima puesta en escena, sus citas culturales, y el empeño de su director porque todo encaje y esté milimétricamente calculado, hacen de ésta una película digna de los más altos elogios y reconocimientos, que a buen seguro irá mejorando con cada nueva revisión, que nos descubrirá nuevos detalles y motivos de admiración, como suele ocurrir con el cine de nuestro creativo más internacional.

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