lunes, 10 de septiembre de 2012

DREDD Ataque al bloque

Reino Unido 2012 98 min.
Dirección Pete Travis Guión Alex Garland, según los personajes creados por Carlos Ezquerra y John Wagner Fotografía Anthony Dod Mantle Música Paul Leonard-Morgan Intérpretes Karl Urban, Lena Headey, Olivia Thirlby, Wood Harris, Langley Kirkwood, Junior Singo, Luke Tyler, Jason Cope, Domhnall Gleeson, Warrick Grier
Estreno en España 7 septiembre 2012

Tras un brillante arranque de casi veinte minutos en el que diseño de producción, montaje, fotografía, banda sonora (es curioso cómo un trabajo tan desagradable si se escucha aislado en su edición discográfica puede resultar tan estimulante y adecuado al acompañar las imágenes), y realización se combinan a la perfección, el encierro de los personajes, los malos y los no tanto, en un bloque de viviendas blindado deviene en un ejercicio vacuo, escasamente original y hasta aburrido. El realizador de la muy interesante producción televisiva sobre el atentado del IRA en Omagh, escrito y producido por Paul Greengrass, y de la más convencional En el punto de mira, que se rodó hace cuatro años en Salamanca, exhibe especialmente en ese espectacular arranque pericia para manejarse en una producción de acción y extrema violencia; una crónica del caos que cobra más sentido hoy en el que nuestra sociedad y cultura se miran en un profundo e inabarcable pozo oscuro, que cuando Stallone se entregó a una, dicen, risible adaptación del cómic creado por un zaragozano. Se apuntan asuntos interesantes, como la creación de ese cuerpo de policías, guardianes y jueces fruto de la extrema derecha más absoluta, o la caída definitiva al abismo de nuestra civilización, deviniendo en una suerte de ciudad infinita (Mega City One) dominada por el caos, la miseria y la violencia. Pero son temas que ya se encuentran en el referente literario, mientras la trama propuesta en esta película se nos antoja mil veces vista y tratada, demasiado convencional y sin tensión alguna merced a un desenlace que se acaricia de forma más que evidente. Sin embargo el espectáculo merece por esa combinación técnica perfecta, un uso del sonido espectacular y unos excelentes efectos tridimensionales, con hallazgos estéticos sorprendentes como los efectos de la droga slo-mo, que justifican por una vez en el cine la ralentización de la imagen. Karl Urban (Star Trek, Pathfinder) apenas tiene que mostrar un par de registros interpretativos, ya que no se quita la máscara en ningún momento, mientras Lena Headey parece disfrutar con su papel de mala y drogadicta, y la joven Olivia Thirlby se revela con un papel al que logra dotar de la ambigüedad, la timidez y el pánico necesarios sin excesos ni sobreactuación.

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