domingo, 9 de junio de 2013

ELÍAS QUEREJETA: IN MEMORIAM

Elías Querejeta (1934-2013)
Puede parecer presuntuoso creer que Gracia Querejeta llegue a leer la reseña que esta mañana mismo escribí sobre su última película, 15 años y un día. Pero me disgustaría mucho que la decepción que me ha causado este título amargara aún más un acontecimiento tan lamentable y doloroso como el que debe estar viviendo ahora, el fallecimiento de su padre, a quien precisamente va dirigida esta cinta fallida pero seguramente hecha con el corazón y que no trata sino justamente sobre las relaciones entre padres e hijos.

Elías Querejeta ha sido el productor con mayúsculas del cine español. Sin él no se entendería todo un género, el de autor, que ayudó a poner nuestro cine en el mapa, fundamentalmente europeo, con éxitos en Cannes, Berlín o San Sebastián, y redimirnos así de una corriente oficialista, impuesta, adoctrinadora y de rancios postulados. Él, con mucho ingenio para burlar censuras y políticas ideológicas, destripó nuestras conciencias, analizó nuestra idiosincrasia y la expuso desnuda, sin artificios, al servicio de la posteridad, de gente estudiosa, socióloga y artista. De sus comienzos como futbolista de primera división con la Real Sociedad, a acariciar la profesión de cineasta de la mano de Antonio Eceiza y los documentales A través de San Sebastián (1961), su tierra natal, y A través del fútbol (1962), pasaron apenas cinco años. Luego vendría Noche de verano (1963) de Jorge Grau, y Carlos Saura con un título rompedor y legendario del cine español, La caza (1965). Después, más de cincuenta títulos imprescindibles de nuestra Cultura y nuestra Historia.

Fundamental para conocer los últimos coletazos del franquismo y la transición democrática, el suyo es un caso excepcional en el cine español, por cuanto siendo productor adquirió categoría de creador y auténtico cineasta, superando una política oficial poco propicia al progreso creativo e ideológico, así como la mera posición de soporte económico que se le presume a un productor, trascendiendo a la cadena completa de preparación, realización y montaje de una película. Por eso fueran de Erice (El Sur, El espíritu de la colmena), Chávarri (El desencanto), Armendáriz (Tasio, 27 horas), Ricardo Franco (Pascual Duarte), Bardem (Los inocentes), Gutiérrez Aragón (Feroz), León de Aranoa (Barrio, Los lunes al sol), su hija Gracia (El viaje de Robert Rylands, Cuando vuelvas a mi lado) o el propio Saura (Cría cuervos, Mamá cumple cien años), con quien firmó una de las relaciones más gloriosas del cine de nuestro país hasta 1981, su cine era suyo, tenía su impronta personal, porque para él no había distinción entre el cine y la vida. Hacía el cine que quería, al margen de modas y mercados, y contribuyendo en algunos de estos títulos también como guionista.

Fue además un cineasta valiente, comprometido e ingenioso, no sólo por esquivar el franquismo sino porque en sus últimos años ejerció de valioso documentalista con la Guerra Civil (Noticias de una guerra) y sobre todo el terrorismo y la sinrazón de ETA (Asesinato en febrero). También en este apartado encontramos una joya sobre ese mundo del cine que tanto amaba, Goodbye America, en torno al actor Al Lewis (el vampiro de La familia Munster). Gracia Querejeta nos conmovió con Cuando vuelvas a mi lado y, fundamentalmente, con Héctor, de modo que confiamos en que pueda continuar la espléndida e impagable labor de su padre ahora que éste nos ha dejado su valiosísimo e irrepetible legado.


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