domingo, 4 de agosto de 2013

GUERRA MUNDIAL Z Rabia camuflada

Título original: World War Z
USA 2013 116 min.
Dirección Marc Forster Guión Matthew Michael Carnahan, Drew Goddard y Damon Lindelot según la novela de Max Brooks Fotografía Ben Seresin Música Marco Beltrami Intérpretes Brad Pitt, Mireille Enos, Daniella Kertesz, James Badge Dale, Matthew Fox, David Morse Estreno en España 2 agosto 2013

El cine de acción (Quantum of Solace, Machine Gun Preacher) y la adaptación literaria de éxito (Cometas en el cielo) no son ajenos al director de origen alemán y suizo Marc Forster; sí el de terror, aunque la odisea que sufría Halle Berry en Monster’s Ball pudiera desmentirlo. Guerra Mundial Z no es ciertamente una película de terror. Para empezar no es la típica producción de zombies, ni éstos se comportan como cabe esperar de ellos en una cinta del género. Ignoramos si se parece o no al éxito superventas de Max Brooks, aunque todo parece apuntar a que se aparta bastante de su referente literario; digamos que toma la esencia como pretexto argumental para una epopeya de dimensiones gigantescas pero desarrollo argumental pobre y simplón, lo que de nuevo nos hace preguntarnos por qué este tipo de películas necesitan tantos guionistas. Quienes hayan visto el mil veces proyectado tráiler de la película esperaban este derroche visual y desde luego en este sentido no decepciona. La nueva producción de Brad Pitt ofrece una experiencia visual y estética sensacional y novedosa; nunca antes habíamos visto en pantalla un enjambre tan mastodóntico de seres humanos absolutamente enloquecidos invadiendo indiscriminadamente las calles de ciudades como Filadelfia o Jerusalén. Se trata más de una cinta de acción, guerra y catástrofe que la típica propuesta de terror zombi, si bien su tramo final regala a los incondicionales del género una aproximación más fiel al mismo. Hasta llegar a él, el absolutamente imprescindible superhombre al que da vida Pitt se embarca en una serie de sorprendentes, y a menudo inverosímiles, situaciones de extremo peligro, con consecuencias a veces tan innecesarias como castradoras de la verosimilitud general del engendro. Pero Forster, tan versátil como poco incisivo en cada nuevo género al que se presta, podría haber ahondado más en el terror que genera una situación que nos supera y de la que parece imposible salir airoso. Spielberg lo hizo en La guerra de los mundos con resultados sobresalientes que sobrepasaban al cine apocalíptico, y eso que el punto de partida era bastante similar, con la sempiterna familia como eje alrededor del cual crecen las motivaciones y aspiraciones de los héroes protagonistas de estas odiseas americanas. También detrás de esta superproducción de impecable dirección artística deberíamos encontrar mensajes prácticos, metáforas de la realidad política y social que estamos viviendo, pero no alcanzamos a percibirlas más allá de cierta alegoría sobre la rebelión que algunos quisiéramos ver en las sensacionales secuencias de masas descontroladas y amontonadas. Si hay otras intenciones más están camufladas, y nos consta que si Brad Pitt se puso detrás del proyecto es porque al margen de sus motivaciones económicas debía adivinar otras más comprometidas. Lo curioso es que esa rebelión violenta y descontrolada, ingredientes ya inevitables de la mayor parte del cine que nos llega de Norteamérica, es censurada al final en favor de una hipócrita templanza y solidaridad. Con todo Guerra Mundial Z cumple en su vocación de mero producto de entretenimiento extremadamente espectacular, a pesar de que ese montaje y cámara frenéticos a los que nos tiene acostumbrados el actual Hollywood malogra muchos de los momentos de la cinta, ahogados en la confusión y la inercia digital.

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