lunes, 18 de noviembre de 2013

PIRATAS Y LIBÉLULAS Emocionante ejercicio de superación y reconocimiento

El pasado viernes 15 de noviembre se presentó en el Teatro Alameda, en el marco del X Festival de Cine Europeo de Sevilla, el documental escrito y dirigido por Isabel de Ocampo Piratas y libélulas, una emocionante película ambientada en el Polígono Sur de la capital andaluza. Mi amigo José Serrano Rodríguez, crítico de cine de El Correo de Andalucía, ha escrito la siguiente reflexión sobre la película.

El teatro es una disciplina artística que utilizada como una herramienta pedagógica ayuda al alumnado a adquirir las competencias básicas exigidas en la educación obligatoria. Hacer teatro fomenta el desarrollo de la autoestima, motiva el ejercicio del pensamiento, estimula la creatividad, transmite e inculca valores y ayuda a conocer y a controlar las emociones. Matilde López, profesora de Lengua y Literatura del IES Romero Murube del Polígono Sur de Sevilla, sabe que el teatro puede ayudar a estimular el aprendizaje de un alumnado que vive en un barrio marcado por los conflictos. Un barrio problemático que sólo sale en los medios de comunicación por los incidentes generados por la alta tasa de absentismo escolar, de desempleo, o por los casos de delincuencia y de tráfico de estupefacientes.

Después de varios años trabajando con grupos estables las artes escénicas en el centro como parte de actividad extraescolar, y del éxito cosechado en numerosos certámenes juveniles con obras de Lorca o Shakespeare, uno de estos grupos,  formado por siete alumnos y alumnas y animados por esta heroica mujer, deciden convertirse en compañía profesional. Se llaman Los Shespirs como homenaje al genial dramaturgo inglés. Lo que cuenta la realizadora salmantina Isabel de Ocampo en Piratas y libélulas con cariño y buen gusto es la historia del proceso de transformación de estos y estas jóvenes y el que se produce en su barrio. El grupo protagonista pasan de ser chicos y chicas que no dominan la lectura, con problemas de convivencia y con escaso control emocional, a ganarse con su trabajo y el reconocimiento de éste el respeto de los habitantes del Polígono. Quieren perseguir también el sueño de vivir del mundo del espectáculo para convertirse en actores y actrices de éxito.

Es Piratas y libélulas un ejercicio audaz y valiente que pasea la cámara por increíbles experiencias personales y por un barrio marcado, derruido y sucio, sin futuro. Una cámara que se impregna de magia con las vivencias e ilusiones de estos y estas jóvenes; que busca la esperanza cuando se adentra en la cocina de las casas humildes del barrio en la que sus habitantes aún creen que tener una buena educación es la mejor manera de salir de un sistema que les oprime; una cámara que se detiene con justicia a ponerles voz y rostro para que se les conozca y se les considere. Se trata de un juego que mezcla realidad y ficción sin rubor y que enseña las costuras como muestra de libertad y frescura. Una muestra de vitalidad y sinceridad que arranca un trozo de vida convirtiéndose en un generoso retrato etnográfico que seduce y emociona a partes iguales trascendiendo más allá de lo meramente cinematográfico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario