sábado, 22 de marzo de 2014

EL GRAN HOTEL BUDAPEST Delirio juliovernero y carnavalesco

Título original: The Grand Budapest Hotel
USA 2014 100 min.
Dirección Wes Anderson Guión Wes Anderson y Hugo Guinness, inspirado en los trabajos de Stefan Zweig Fotografía Robert D. Yeoman Música Alexandre Desplat Intérpretes Ralph Fiennes, Tony Revolori, F. Murray Abraham, Mathieu Amalric, Adrien Brody, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Harvey Keitel, Jude Law, Bill Murray, Edward Norton, Saoirse Ronan, Jason Schwartzman, Léa Seydoux, Tilda Swinton, Tom Wilkinson, Owen Wilson Estreno en España 21 marzo 2014

Poseedor de un indiscutible sello personal, Wes Anderson es un director de limitada proyección comercial pero que cuenta con una nutrida legión de incondicionales. Su particular puesta en escena, recargada, colorista y naif, le ha servido para ilustrar de una manera harto particular historias familiares (Los Tenenbaums), aventuras marinas (Life Aquatic), viajes exóticos (Viaje a Darjeeling), fábulas de animación (Fantástico Sr. Fox) y experiencias de la infancia (Moonrise Kingdom), con resultados muy aplaudidos por unos y sencillamente irritantes para otros. Nos encontramos más en el segundo que en el primer equipo, por mucho que no podamos sustraernos a la consideración general de que su estilo visual es impactante y en muchos casos altamente atractivo. Con una fijación especial en los universos de Julio Verne, lo que se evidenciaba especialmente en Life Aquatic, y Georges Mélies, en esta ocasión su referente se nos antoja aquella Vuelta al mundo en ochenta días plagada de estrellas de Hollywood en papeles episódicos y con un trío protagonista encarnado en un elegante caballero, su mayordomo y una exótica compañera de viaje, sosías del donjuanesco conserje al que da vida Ralph Fiennes, el joven botones (Tony Revolori, tierna revelación de la película) que le ayuda en sus aventuras relacionadas con un valioso cuadro renacentista, y la joven pastelera (Saoirse Ronan) cómplice fundamentalmente por su relación sentimental con el segundo. Con un decadente hotel como telón de fondo inspirado en el famoso balneario Gellert de Budapest, Anderson sitúa su objetivo en las obras de Stefan Zweig, que se dedicó a ejercer la más enérgica protesta ante el advenimiento del nazismo en la Europa de entreguerras. Pero apenas hay atisbo de reflexión sobre el totalitarismo, en sus vertientes fascistas y comunistas, en esta película de atractivos meramente epidérmicos que se queda en mera postal, entretenida narrativamente y hermosa estéticamente, pero decididamente naif y pastiche, con la que sus intérpretes parecen haberse divertido lo suyo en este delirante baile de disfraces. En Berlín le concedieron el Gran Premio del Jurado.

1 comentario:

  1. Pues a mí me ha parecido sensacional, desde luego mejor que las notables y muy oscarizadas Gravity y Doce años de esclavitud: personal, visualmente muy atractiva, con mucho ritmo, deliciosa en su humor y muy equilibrada a la hora de yuxtaponer este a reflexiones lírica o dramáticas, en segundo plano pero siempre presentes. Encima está estupendamehte doblada. Saludos.

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