viernes, 12 de junio de 2015

APARIENCIA Y AMBIGÜEDAD EN EL 14º CONCIERTO DE ABONO DE LA ROSS

14º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Benjamin Grosvenor, piano. Pedro Halffter, director. Programa: Concierto para piano nº 2 en Fa mayor Op.102 de Shostakovich; Sinfonía nº 5 en Mi menor Op.64 de Chaikovski. Teatro de la Maestranza, jueves 11 de junio de 2015

La primavera sevillana de Benjamin Grosvenor
Basta conocer el papel que Shostakovich desempeñó en el desarrollo de la cultura de la antigua Unión Soviética y su desencanto ante el stalinismo, que igual lo encumbraba como principal artista del régimen que censuraba sus páginas más críticas, para entender que no hay apenas en su repertorio espacio para lo que no sea acidez y amargura, por mucho que algunas páginas las disfrazara de lo contrario, como seguramente le ocurre a este Concierto nº 2 para piano. No cabe duda de que aparentemente es mucho más distendido que el primero, también para trompeta, que pudimos disfrutar no hace mucho de la mano de la ROSS; pero cabe extraer de esa falsa intrascendencia una rabia soterrada y una angustia existencial que cuando se descubre hace su interpretación una experiencia capaz de helar la sangre.
Sólo parcialmente supieron entenderlo así el piano de Grosvenor y la batuta de Halffter. Empezaron por el buen camino, logrando en el primer movimiento una exhibición de furia inusitada y evidente mordacidad tanto en la cuerda como en el discurrir de un piano humildemente resignado ante una maquinaria apabullante y amenazadora. Halffter mantuvo en el hermosísimo andante un clima pesimista y profundamente melancólico, pero para entonces Grosvenor ya se había decantado por un molesto sentimentalismo que acabó con nuestras esperanzas. En el tercer movimiento ambos se entregaron a esa manifiesta jovialidad, por supuesto impulsada por un impecable virtuosismo, con la que los menos avispados confunden esta obra maestra. Encima el joven pianista repitió las mismas propinas que ya ofreció en su concierto en solitario del pasado lunes.
Para la architransitada Quinta de Chaikovski Halffter hizo su habitual exhibición de claridad, extracción de los matices más inapreciables, musculatura y lirismo, pero no evitó decaer la tensión en momentos puntuales de los movimientos extremos. La suya fue una sinfonía dramática en el allegro inicial, noble y epatante en el andante, y elegante en el vals. Para el final optó por el optimismo que destila el triunfo de la fe por encima de la fatalidad del destino, reforzando la ambigüedad emocional inherente a la partitura.
Versión extensa del artículo publicado en El Correo de Andalucía el 13 de junio de 2015

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