lunes, 15 de junio de 2015

VIAJE A SILS MARIA Nublado pero sin tormenta

Título original: Sils Maria
Francia-Alemania 2014 124 min.
Guión y dirección Olivier Assayas Fotografía Yorick Le Saux Intérpretes Juliette Binoche, Kristen Stewart, Chloë Grace Moretz, Johnny Flynn, Lars Eidinger, Hanns Zichler, Claire Tran, Angela Winkler, Frank M. Ahearn, Alister Mazzotti, Stefen Mennekes Estreno en Cannes 23 mayo 2014; en Francia 20 agosto 2014; en España 12 junio 2015

Actrices en el ojo de mira de este melodrama del realizador de Las horas del verano y Carlos, con cierto aire a George Cukor en el trabajo con las protagonistas, sus relaciones y su elegante puesta en escena. El teatro y el pasado se dan la mano en un ejercicio en el que ficción y realidad se mezclan, la primera engullendo a la segunda para poner en pie ese dicho según el cual la vida es el gran teatro del Mundo. Lástima que en el empeño Assayas necesite tanto metraje que no hace sino mostrar continuas caídas de tensión e interés, y que su discurso se antoje arquetípico y artificioso. Sólo así se entiende que sus protagonistas sean tan tópicas, la actriz ya madura para la que existen pocas posibilidades de abordar papeles de enjundia, relegada a participaciones estelares en superproducciones de efectos visuales; y su asistenta y secretaria, típica joven alternativa, inteligente pero poco emotiva, un papel que le ha valido a la joven de Crepúsculo un César a la mejor actriz secundaria. Binoche aporta madurez, belleza y elegancia, pero no se implica lo suficiente en un personaje que podría haberle dado muchas satisfacciones; mientras con cada intervención Chlöe Grace Moretz se merienda a sus compañeras de reparto y arroja una bocanada de aire fresco en el conjunto, por mucho que su personaje, basado parcialmente en la dichosa Lindsay Lohan, también resulte arquetípico. Los paisajes verdes y bucólicos de la montaña suiza adornan con mayor eficacia la función que una banda sonora dulzona que reincide en músicas tan transitadas como el Canon de Pachelbel. Querer arrimarse también al Bergman de Sonata de otoño resulta tan pretencioso como estéril. En Cannes del año pasado no arañó nada, por algo será.

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