miércoles, 10 de junio de 2015

ARMONÍA MUSICAL Y CIUDADANA EN LA MONTERÍA CON LA BÉTICA DE CÁMARA

Orquesta Bética de Cámara. Pablo Barragán, clarinete. Michael Thomas, director. Programa: Le tombeau de Couperin, de Ravel; Rapsodia para clarinete, de Debussy; Siciliana y Dolly Suite, de Fauré; Solo de concourse, de Messager. Patio de la Montería del Real Alcázar de Sevilla, martes 9 de junio de 2015

Imagen del concierto de 2012 en el mismo escenario
La cada vez más asentada y necesaria Orquesta Bética de Cámara celebró de nuevo un concierto en el emblemático Patio de la Montería del Alcázar, apadrinada por el Foro Al-Andalus, entre cuyos miembros se encuentran nombres de la cultura y la vida social hispalense como el pintor Juan Lacomba y el ex alcalde Manuel del Valle Arévalo, y cuya portavoz Enriqueta Vila hizo un llamamiento que suscribimos al cien por cien a la preservación de la urbe como una gran ciudad, próspera y progresista, por parte de una ciudadanía que ha de ser responsable y educada y unos poderes públicos que deben comprometerse con el progreso, la cultura y la educación.
 
Michael Thomas aprovechó la ocasión para hacer una de las cosas que más le gustan, ofrecer sus propios arreglos de partituras concebidas para conjuntos de cámara. Una Primera Rapsodia de Debussy cuya sensualidad y fluidez ensoñadora acentuó considerablemente el clarinete de Pablo Barragán, acertado también en sus placenteras cadencias. También el Solo de concours de André Messager, pieza que como la anterior fue concebida para prácticas estudiantiles, brilló en la interpretación fluida del clarinetista de Marchena, capaz de cambios de registro rotundos pero muy sutiles. Fuera de programa, también con eficaces arreglos de Thomas, interpretaron el Berceuse para violín y piano de Fauré.
 
Pablo Barragán
El olor a campiña francesa que acompañó el inicio de la velada, con una recreación en tono amable y melancólico de La tumba de Couperin de Ravel, apreciándose con claridad y delicadeza sus tintes barrocos, se amplió al resto del programa. Lástima que la sección de violines no brillara en todo momento al nivel del resto de familias instrumentales, sobre todo las maderas, con solos impecables de oboe y clarinete, aunque la concertino sí lograra lucir en sus solos. Sonaron destempladas y hasta flácidas en la Siciliana y la Suite Dolly de Fauré, en versión orquestada por el propio Thomas y no por Henri Rabaud, donde sin embargo se mantuvo felizmente ese aire nostálgico y encantador que destiló todo el concierto, posiblemente acierto del cariño que Thomas imprime en sus empresas. En las propinas José Manuel Martínez Melero al violín brindó una vertiginosa interpretación de Aires gitanos de Sarasate, mientras Thomas dirigió una digna Sevilla de Albéniz, contagiada de la buena acústica tenuemente amplificada para no saturar el resultado, y el espíritu de buena voluntad y convivencia que imperó durante el evento.
 
Versión extensa del artículo publicado en El Correo de Andalucía el 11 junio 2015

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