sábado, 24 de octubre de 2015

MI GRAN NOCHE Un país de figurantes

España 2015 100 min.
Dirección Álex de la Iglesia Guión Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría Fotografía Ángel Amorós Música Joan Valent Intérpretes Raphael, Mario Casas, Pepón Nieto, Blanca Suárez, Carlos Areces, Luis Callejo, Carmen Machi, Jaime Ordoñez, Santiago Segura, Enrique Villén, Hugo Silva, Carolina Bang, Terele Pávez, Carmen Ruiz, Marta Guerras, Marta Castellote, Tomás Pozzi, Ana Polvorosa, Toni Acosta, Luis Fernández, Alberto Chaves Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2015; en San Sebastián 19 septiembre 2015; en salas comerciales de España 23 octubre 2015

Las películas de Álex de la Iglesia suelen prometer mucho y quedarse luego a medio fuego. Afortunadamente no es el caso de esta descacharrante comedia coral ambientada en la grabación de un especial de Nochevieja para un canal privado muy identificable con algunos de las que pueblan nuestra televisión. Siguiendo fórmulas similares al slapstick americano que popularizaron desde Mack Sennett a Blake Edwards pasando por Howard Hawks y Richard Quine, de la Iglesia se corona rey del esperpento español moderno, tan brillante en su acabado formal como delirante en su fuerza y ritmo. Una vez más el espacio se convierte en protagonista principal de su cine, como lo fue el salón de bodas testigo del enfervorizado ataque terrorista de Acción mutante, el edificio de La comunidad, los decorados de Tabernas en 800 balas, el Valle de los Caídos en Balada triste de trompeta, el teatro romano de Cartagena en La chispa de la vida o las cuevas de Zugarramurdi en su último largometraje de ficción. Ahora se trata de un plató de televisión, un lugar donde la fantasía se da la mano con la falsedad, lo fingido y lo antinatural, y donde egos, manías e histerias de todo tipo se combinan en un maridaje tan malsano como rocambolesco. Un mundo de glamour e impostura que contrasta con la realidad de un país en ruinas, donde eres fraudulentos conviven con recortes injustos y criminales y tramas de corrupción, provocando caos y desesperación entre los más desafortunados, esos que conviven y comparten porvenir con los tristes figurantes secuestrados por una cadena de televisión con tan pocos escrúpulos como intenciones de repartir auténticos deseos de felicidad y prosperidad. Esos son los protagonistas de la función, figurantes limitados a aplaudir, bailar, apagar los móviles o gritar cuando se les ordena hacerlo, sin más horizonte que observar la vida de unos pocos elegidos por una coyuntura aceptada pero indeseable. En ese caos perfectamente organizado, donde unos protestan enfrentándose a las fuerzas de seguridad, y otros, la mayoría, simplemente sobreviven aborregados, montado con un ritmo frenético y un sentido de la espectacularidad verdaderamente notable, conviven una serie de historias que no logran enganchar tanto con el espectador como el artificio cómico y estético en el que se desarrollan. Por eso se le pueden perdonar estos pequeños lastres, y el conjunto consigue ser tan divertido como ligero, a pesar de su contradictoriamente barroca escenografía. Excelentes coreografías, alguna prestada de Noches en la ciudad de Bob Fosse, conviven con un sentido del humor deudor parcialmente, obviando su falta de sutileza, de títulos como El guateque, con el que comparte también la estética de uno de sus pósters promocionales, el aquí seleccionado. Su fuerza y energía devienen así en contagiosa alegría, a la que no son ajenos los estupendos intérpretes convocados, desde un incomparable Raphael parodiándose a sí mismo aunque en clave emperador de la fuerza oscura, a Mario Casas emulando a las estrellas del pop latino con un nombre, Adanne, que evoca tanto a Chayanne (Torero convertido en Bombero) como a Adamo, el intérprete original y autor de la canción que da título a la película y que aquí popularizó en los años sesenta un Raphael que reaparece en la gran pantalla tras treinta y cinco años de ausencia, y que se ríe de sí mismo permitiendo que Jaime Ordoñez lo imite y recite sus diálogos a partir de las letras de reconocibles canciones del artista de Linares. El duelo entre Hugo Silva y Carolina Bang, en plan guerra de los Rose, la vena cómica de Blanca Suárez, el siempre eficaz Carlos Areces y la lapidaria Terele Pávez, incondicional en la filmografía del realizador vasco, son otros de los alicientes de esta divertida e ingeniosa película que consigue dignificar la tradicional astracanada española.

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