domingo, 17 de enero de 2016

LOS ODIOSOS OCHO Compendio del universo Tarantino y el país que le vio nacer

Título original: The Hateful Eight
USA 2015 167 min.
Guión y dirección Quentin Tarantino Fotografía Robert Richardson Música Ennio Morricone Intérpretes Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Demian Bichir, Walton Goggins, Tim Roth, Bruce Dern, Michael Madsen, James Parks, Channing Tatum, Dana Gourrier, Zoë Bell, Lee Horsley, Gene Jones, Keith Jefferson, Belinda Owino, Craig Stark Estreno en Estados Unidos, 30 diciembre 2015 (25 diciembre limitado en 70 mm); en España 15 enero 2016

Ya se encarga la publicidad de recordarlo, que además de ser ocho los odiosos del título, es la película número ocho de su afamado director, si descontamos aquellas en las que sólo ha participado en alguno de sus episodios, como Grindhouse o Four Rooms, o en las que ha dejado su impronta como Amor a quemarropa, Asesinos natos o Abierto hasta el amanecer. En esas ocho películas hemos observado al carismático director explayarse con la violencia más extrema, ejercer la incontinencia verborraica a través de sus personajes y reírse de dogmas y convenciones al más puro estilo iconoclasta. Lejos de experimentar nuevas técnicas de rodaje exhibe su carácter cinéfilo y nostálgico recurriendo a técnicas tan olvidadas que ni quedan apenas salas donde proyectarse, como es el caso de ésta rodada en glorioso Super Panavisión 70 mm, quizás como tributo a su adorado Sergio Leone y el cine que le rodeaba, aunque como gran director Tarantino tiene un universo propio que tan sólo homenajea a otros pero siempre desde la creación más genuina y absoluta posibles. Este western nevado que exhibe grandes paisajes se encierra después durante largo metraje entre las cuatro paredes de una cabaña mercería, milimétricamente calculada para lucimiento del super cinemascope; un decorado que sirve para una representación teatral que sin embargo rezuma gran cine por los cuatro costados. Allí reúne a representantes del germen de la nación más poderosa del mundo y presuntamente más civilizada. En plena resaca de la Guerra Civil, confederados, yanquis, forajidos, cazarrecompensas y criminales se dan cita para poner en pie brillantísimos diálogos e invitar al espectador a un entretenimiento de casi tres horas de duración en el que a cada giro argumental irá cambiando de género, pasando de la comedia a la tragedia, el misterio policíaco y la acción más descarnada y gore imaginable, siempre con el descaro y la sorna que caracteriza a este excelente pero decididamente demente realizador. Irreconciliables desencuentros políticos, extrema permisibilidad armamentística, racismo y justicia del más fuerte en un batido que amalgama toda la filmografía anterior de su responsable además de los cimientos sobre los que se asienta una de las naciones y culturas más desconcertantes de la Tierra. En el elenco brillan todos los intérpretes por igual, por más que sea una espléndida Jennifer Jason Leigh, a la que recordamos en películas de Robert Altman o cintas como Dolores Claiborne (Eclipse total) y Mujer blanca soltera busca, quien se esté llevando justamente los mayores elogios, aunque sólo fuera por la mugre que acumula. El resto, actores que ya fueron rescatados en su día por Tarantino y otros directamente descubiertos por él, en un espectáculo sin tregua al que sólo caben hacerle dos reproches: un segmento central excesivamente alargado y una estructura que de haber seguido un orden cronológico hubiera dado aún más juego. Y otro reproche para los distribuidores españoles, pues tratándose de un director tan amigo de los homenajes, es muy posible que el título original The Hateful Eight sea el reverso de The Magnificent Seven, que aquí se llamó Los 7 magníficos, por lo que hubiera sido más acertado y respetuoso con la voluntad del director titularla en castellano Los 8 odiosos y no al revés. Nada que reprochar, todo lo contrario, a la estupenda fotografía de Robert Richardson y la inquietante música de Ennio Morricone, que culmina así un anhelo del realizador sólo paliado con una canción original en su anterior trabajo, Django desencadenado. Aunque para no traicionar su estilo pastichero, Tarantino introduce entre la partitura de Morricone otros temas suyos de películas como La cosa o El exorcista II: El hereje.

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