martes, 6 de diciembre de 2016

1898. LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS Un desastre que da lugar a otro

España 2016 129 min.
Dirección Salvador Calvo Guión Alejandro Hernández Fotografía Álex Catalán Música Roque Baños Intérpretes Luis Tosar, Álvaro Cervantes, Javier Gutiérrez, Karra Elejalde, Carlos Hipólito, Eduard Fernández, Patrick Criado, Miguel Herrán, Ricardo Gómez, Emilio Palacios, Alexandra Masangkay, Maykol Hernández, Pedro Casablanc, Ciro Miró Estreno 2 diciembre 2016


No se puede hablar de remake cuando una película se basa en una novela o en hechos reales, en cuyo caso es simplemente una nueva versión. Pero como tal esta película es sorprendentemente tan mala como la que Antonio Román dirigió en 1945, o incluso peor. Para su época es sin duda alguna mucho más decepcionante que su predecesora, cuyo peor defecto era erigirse en propaganda de un régimen patriótico y confesional como el nuestro de aquel entonces, lo que a su vez originaba el objetivo o fin a perseguir con la narración de este curioso y trágico episodio de nuestra Historia. Al menos tenía eso, un objetivo, porque la que ha dirigido Salvador Calvo (por cierto que aquella la protagonizaba Armando Calvo, no sabemos si con parentesco o no con el realizador de la nueva) no parece tener siquiera claro cuál es su destino o fin. De haber estado mejor enfocada podría haber dado lugar a un buen análisis de la situación política y social de la España de entonces, a punto de perder su último referente como gran Imperio, o a un apasionante examen de la sinrazón de la guerra. Pero apenas logra ser un borrador de todo esto para convertirse sencillamente en una crónica insípida de un acontecimiento tan particular como fue la defensa de un poblado filipino cuando la guerra ya había terminado y España había vendido el archipiélago a Estados Unidos. Salvador Calvo se ha curtido, como tantos de su generación, en la televisión, donde ha abordado con desigual fortuna episodios históricos del país en producciones como Lo que escondían sus ojos o La duquesa. Su mano televisiva se nota en el acabado de una película para la que ha contado con un holgado presupuesto que sólo luce en sus diez y prometedores primeros minutos, para después languidecer por culpa de una pésima dirección de actores y un guión endeble que apenas ha esbozado unos caracteres sin profundidad ni relieve, sólo títeres al servicio de la narración pulcra y aséptica de unos hechos que debieran haber dado lugar a un producto más emocionante. La canción Yo te diré de Enrique Llovet y Jorge Halpern escrita para la película de 1945, suena aquí de forma abusiva y ocasionalmente ridícula, entre tantas otras situaciones igualmente ridículas que se dan cita en una función que cuenta con algunas de las interpretaciones más bochornosas del reciente cine español, como ese Javier Gutiérrez con cara de malo de principio a fin, o los jóvenes de reparto, salidos en su mayoría de la televisión, que sólo alcanzan a lucir palmito.

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