jueves, 29 de diciembre de 2016

BAJO TOSES Y PALMAS

Gran Concierto de Año Nuevo La Razón. Orquesta Sinfónica de España. Kynan Johns, director. Programa: Polcas, galops, valses y oberturas de opereta de Johann Strauss I y II y Josef Strauss. Teatro de la Maestranza, miércoles 28 de diciembre de 2016

Esta pretende ser una breve reseña del concierto ofrecido anoche en el Maestranza por el periódico La Razón en colaboración con la Fundación Excelentia y el Teatro de la Maestranza, adelantándose al que nos tiene acostumbrados la ROSS en los primeros días del año nuevo con similar estética. Se trata de emular el concierto con el que la Filarmónica de Viena nos despierta cada 1 de enero, una práctica que realizan por toda la geografía española orquestas de toda índole y condición, algunas de las que habitualmente denominamos «de bolos». Con un pomposo título, Sinfónica de España, se presentó la que aquí dirigió el australiano Kynan Johns, familiarizado con nuestro país desde que asistiera a los maestros Mehta y Maazel en el Palau de las Arts de Valencia. En realidad se trata de la Orquesta Clásica Santa Cecilia, formada por la Fundación Excelentia para repartir programas musicales por muchas de nuestras capitales y ciudades de provincia.

Lo primero que nos llamó la atención es la juventud de sus integrantes, algo que siempre celebramos y nos emociona, aunque por otro lado cuestiona la veracidad de la amplia experiencia y trayectoria que aseguraba el programa de mano. De cualquier forma siempre es bienvenida esa juventud responsable, luchadora y disciplinada como la que cada vez más asoma en las orquestas de nuestro país. Y es por ello que no queremos perder la oportunidad de hacer esta reseña, de nuevo sobre un programa tan trillado pero a la vez alegre y animado como el que proponen los salones vieneses. El problema es que aunque estos jóvenes ofrecieron un nivel técnico más que digno, especialmente apreciable en maderas y metales, no siempre sonaron tan adecuados como precisan estas partituras, que aun no siendo difíciles de interpretar exigen un punto intermedio entre lo enérgico y vibrante y la sutileza y la elegancia que no llegó a cuajar.

Faltó chispa en más de una ocasión, quizás también por el hecho de tratarse de una orquesta clásica y por lo tanto más reducida que las sinfónicas que suelen abordar estos programas. Sucedió especialmente en los valses, a menudo lánguidos, además de acribillados por una percusión machacona de estilo marcial que no ayudó a dar más empuje sino a vulgarizarlos. Mejor las polcas, como la famosa Trish Trash o Bajo truenos y relámpagos, que en los bises sirvió para poner de nuevo a prueba, tras la Marcha Radetzky, el buen sentido del ritmo del público sevillano a las palmas. Aunque para truenos las incesantes e impertinentes toses y demás indescifrables ruidos provocados por quienes así demuestran poco respeto por el público y los artistas. De cualquier forma celebramos una vez más el buen estado de salud de la interpretación clásica entre la juventud española, y les deseamos muchos éxitos en el 2017 y el futuro.

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