miércoles, 5 de abril de 2017

ÚLTIMOS DÍAS EN EL DESIERTO En la ausencia del Padre

Título original: Last Days in the Desert
USA 2015 98 min.
Guión y dirección Rodrigo García Fotografía Emmanuel Lubezki Música Danny Bensi y Saunder Jurriaans Intérpretes Ewan McGregor, Ciarán Hinds, Tye Sheridan, Ayelet Zurer, Susan Gray Estreno en el Festival de Sundance 25 enero 2016; en Estados Unidos 13 mayo 2016; en España 31 marzo 2017

Esta película en cierto modo bíblica podría resultar desconcertante dentro de la filmografía del hijo de García Márquez, cuyo cine parece centrarse en historias contemporáneas en las que las relaciones sentimentales y filiales suelen ser las protagonistas. Sin embargo a Rodrigo García parece interesarle el episodio de Jesús en el desierto más que para ilustrar las tentaciones del diablo, para analizar la relación del Hijo con un Padre frente al que se siente desconcertado y desorientado, un Padre al que parece buscar infructuosamente para servirle de referente, con el que poder identificarse y averiguar así cuál es el sentido de su sacrificio futuro. García insiste por lo tanto con las relaciones entre progenitores y su descendencia, como ya hiciera en el telefilm Padres e hijos y en la película Madres e hijas. Pero para sentar su particular tesis sobre la relación entre un padre y un hijo, tan especial en este caso, se ahoga en una serie de episodios y diálogos que no son fáciles de digerir y que confunden más que aclaran, quizás deliberadamente. Su ritmo premioso no afecta tanto al seguimiento de la propuesta como la confusión que acompaña a sus postulados. En el desierto García inventa una metáfora, otro evangelio apócrifo, en el que el Nazareno encuentra una familia en la que el hijo sí encuentra referente en un padre que le asfixia y del que necesita liberarse, mientras Jesús acarrea su particular visión de la situación con sus continuos diálogos con el Diablo que le tienta, quizás él mismo (Ewan McGregor interpreta ambos personajes con notable sentido del matiz y la distinción). Pero a pesar de la solemnidad y el innegable estilo y cariño que el realizador ha puesto en la cinta, no acierta a dejar claras sus intenciones, resultando farragosa aún bajo su apariencia de trabajo sobrio y resplandeciente, en gran medida por las estupendas interpretaciones, incluido el joven Tye Sheridan, a quien vimos en Joe de David Gordon Green y Mud de Jeff Nichols, y el veterano Ciarán Hinds, además de unas hermosísimas localizaciones en el desierto de California, brillantemente fotografiadas por el multipremiado Emmanuel Lubezki, y una estimulante y relajante banda sonora de Danny Bensi y Saunder Jurriaans (Enemy, El regalo, La autopsia de Jane Doe).

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