lunes, 11 de diciembre de 2017

SUBURBICON La casa americana de los horrores

USA 2017 105 min.
Dirección George Clooney Guión Ethan Coen, Joel Coen, George Clooney y Grant Heslov Fotografía Robert Elswit Música Alexandre Desplat Intérpretes Matt Damon, Julianne Moore, Oscar Isaac, Glenn Fleshler, Noah Jupe, Michael D. Cohen, Steve Monroe, Gary Basaraba, George Todd McLachlan Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2017; en Estados Unidos 27 octubre 2017; en España 8 diciembre 2017

Puede que en la década de los ochenta, cuando los Coen idearon esta maquiavélica y retorcida historia, su capacidad de denuncia y sátira fuera nueva, pero treinta años después está tan manida que resulta obsoleta. La historia de un crimen perpetrado en el seno de una comunidad donde el bienestar y las buenas costumbres se dan la mano, y que pone en evidencia la debilidad del sueño americano, la hemos visto muchas veces, y si encima se pretende realizar un paralelismo con el odio racial experimentado en las décadas de los cincuenta y sesenta, y aún más denunciar el creciente fascismo al que se ve actualmente abocada la sociedad norteamericana y el resto por extensión, la pretenciosidad acaba por engullir las posibilidades del producto como ejercicio de ironía antropológica. Hace tiempo que las películas perpetradas por los Coen se confunden con las de Soderbergh y ahora también las de Clooney, pero es evidente que el talento no es siempre el mismo, y en este sentido el del actor posiblemente más engreído del momento parte con notable desventaja. En sus manos las posibilidades cómicas de esta enrevesada trama prácticamente se evaporan, y el resultado acaba siendo una amalgama bastante indigesta de situaciones escabrosas, de la mayor parte de las cuales es para colmo testigo un niño, lo que multiplica su efecto perverso. Es cierto que entretiene, mantiene la inquietud y consigue despertar cierto interés, pero la sensación de que todo el conjunto podría haber mejorado con algo más de ingenio e ironía, y que en general resulta plano, superficial y recurrente, es inevitable.

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