martes, 26 de febrero de 2019

UNA CUESTIÓN DE GÉNERO / RBG Dos miradas a una trabajadora de la igualdad

UNA CUESTIÓN DE GÉNERO

Título original: On the Basis of Sex
USA 2018 120 min.
Dirección Mimi Leder Guión Daniel Stiepleman Fotografía Michael Grady Música Mychael Danna Intérpretes Felicity Jones, Armie Hammer, Cailee Spaeny, Kathy Bates, Sam Waterston, Justin Theorux, Jack Reynor, Stephen Root, Chris Mulkey Estreno en Estados Unidos 11 enero 2019; en España 22 febrero 2019

RBG

USA 2018 97 min.
Dirección Julie Cohen y Betsy West Fotografía Claudia Raschke Música Miriam Cutler Documental Estreno en Festival de Sundance 21 enero 2018; en Estados Unidos 4 mayo 2018; en España (Movistar + Cine) 17 febrero 2019

El regreso de Mimi Leder (El pacificador, Deep Impact) a la gran pantalla, tras varios años centrada en la televisión (Nashville, The Leftovers) y los fracasos consecutivos que en cine supusieron Cadena de favores y la inédita entre nosotros The Code, con Morgan Freeman y Antonio Banderas, llega de la mano de la muy popular y reconocida en Estados Unidos jueza del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg. Esta activista por los derechos de igualdad es paralelamente protagonista de un laureado documental, recientemente nominado a los Oscar en su apartado correspondiente además de a la mejor canción, compuesta por la eternamente nominada Diane Warren. Un doble homenaje, de ficción y documental, que en ambos casos se centra de forma más o menos intencionada en su romántica relación con su marido, con quien celebró más de cincuenta años juntos. Leder, con ayuda del guionista debutante Daniel Stiepleman, sigue un esquema muy tradicional en el que nos presenta a la heroina, una menudita Felicity Jones (La teoría del todo) en su entorno estudiantil, junto a su ya esposo, interpretado por el atractivo y grandullón Armie Hammer (Call Me by Your Name), cuando ambos cursaban estudios en Harvard. Su joven paternidad y la enfermedad de él centran un primer tercio preparatorio de una causa entre mil que supuso en su momento un revulsivo para la lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Asombra lo bien ambientada que está la película entre estos dos períodos, los iniciales años cincuenta en Harvard y un Nueva York con su Quinta Avenida inundada de coches de época y miles de figurantes (suponemos que la infografía habrá ayudado bastante), y los definitivos setenta del siglo pasado, cuando el movimiento feminista alcanzó su auge en el país de las libertades. Pero sorprende aún más que el caso que interesa a Leder y Stiepleman sea justamente de discriminación positiva, encargándose el matrimonio Ginsburg de defender a un hombre discriminado por las leyes fiscales por su condición de tal. Una inteligente forma de dar la vuelta a la tortilla para lograr lo que realmente interesa, demostrar lo iguales que debemos ser unos y otras ante la ley. Lástima que en su discurso se desaproveche la ocasión de analizar con mayor profundidad el papel de las leyes, y la Constitución como madre de todas, dentro del marco social y económico que le toca tratar, y cómo suele adaptarse, a veces con mucho trabajo, a los cambios en lugar de anticiparlos como debiera. La trama parece centrarse como anunciábamos en esa relación matrimonial que, por otro lado, tiene el aliciente de mostrar una figura masculina comprometida con lo que hace su esposa, que no se limita a apoyarla sino que la respeta y admira, dejándole en consecuencia ese ámbito de libertad que todos y todas merecemos. Acierta también en dejar espacio a la hija de ambos, igualmente comprometida y preparada para absorber, no sin cierta dificultad y espíritu crítico, la trayectoria de su madre. Su ingreso en el Tribunal Supremo a instancias de Bill Clinton corona esta película amable y bien construida, pero algo desmotivada y falta de pasión, demasiado clásica en su forma y contenido, lo que malogra la posibilidad de haber construido un emocionante retrato de una mujer sin duda singular.
 
Tampoco el documental dirigido por Julie Cohen y Betsy West logra apartarse de los parámetros apuntados en el caso del film de ficción que dirige Mimi Leder. Centrado igualmente en esa relación marital y en el papel igualitario que ejerció su esposo en todos los ámbitos, el documental acierta en ofrecer una imagen sentimental, sensible y emocional de la protagonista, bien conocida del público estadounidense, donde la han convertido en icono popular y espejo en el que reflejarse millones de jóvenes, estudiantes o no de Derecho. Una igualmente menudita y anciana Ruth Ginsburg aporta calidez y emotividad a un conjunto dominado por la dispersión, en el que se alternan casos judiciales con estampas familiares, un uso exhaustivo de películas domésticas y el consabido desfile de testimonios, en muchos casos reiterativos y anodinos. Sin embargo logra enganchar y que nos interesemos por esta mujer tan especial, tan luchadora y clarividente. A estas alturas no sorprende descubrir que en el país supuestamente más democrático del mundo aún quede tanto por recorrer, hasta el punto de que cualquier ciudadano o ciudadana progresista envidiaría los logros cosechados en países de Europa, por mucho de que aquí también quede mucho camino por recorrer. Entre los casos expuestos a los que se enfrentó Ginsburg, destaca que el de discriminación positiva que sirve como eje conductor en el film de Leder, no es exactamente como lo describe Stipeleman en su guión cinematográfico, seguramente por discrepancias de su protagonista, el hombre al que defendió y con quien la activista logró un hito en la legislación y jurisprudencia norteamericana. Con todo asistimos a un trabajo academicista, sin riesgos ni extravagancias en su forma ni tan siquiera en su contenido, centrado en rendir un justo homenaje y trazar una amable semblanza de quien es conocida por sus iniciales RBG debido al sobrenombre The Notorious (Notoria aunque con cierta ironía, infame o de mala reputación), lo que le llevó a ser comparada en sentido humorístico con el rapero The Notorious B.I.G. La cinta presta mucha atención a sus facetas más humanas y sentimentales, como su devoción por la ópera y su voluntad para seguir en forma a sus ochenta y como años. Entre los que dan su testimonio participan el presidente Clinton, que la nominó para formar parte del ala liberal del Tribunal Supremo, la militar Shannon Frontiero a quien tuvo que prestar servicio por discriminación en el ámbito castrense, y sus hijos James y Jane, aunque curiosamente no se le atribuye a ella el activismo y el compromiso que sí se le supone en la ficción de Mimi Leder.

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