domingo, 7 de agosto de 2022

CECILIA LAVILLA BERGANZA, ILUMINADA

XXIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Cecilia Lavilla Berganza, soprano. Miguel Ituarte, piano. Programa: Seis Lieder de “Jucunde” op. 23, de Clara Schumann; selección de Lieder de Fanny Mendelssohn; selección del ciclo “Clairières dans le ciel”, de Lili Boulanger; selección de chansons de Cécile Chaminade. Sábado 6 de agosto de 2022


Acertó Cecilia Lavilla Berganza en dedicar a su madre, fallecida el pasado 13 de mayo, la pieza que cantó como propina, Le dernier sorcier de Pauline Viardot, entroncando además con la ciudad que de nuevo le dio la bienvenida, y con la que estas noches del Alcázar repitió una noche más lleno absoluto. Y acertó además en emocionarse y emocionarnos a nosotros y nosotras, que tanto echamos y seguiremos echando de menos a la insigne mezzosoprano madrileña, tan asociada a Rossini como lo estuvo el sevillano Manuel García, padre de la Viardot. Unas asociaciones de ideas tan bien hilvanadas que dan buena muestra del milagro de la vida, la fascinación de sus vericuetos y la celebración aun en la muerte de las experiencias vividas sobre la Tierra.

Antes, su voz se manifestó en mejor forma que nunca, rutilante y fresca, capaz de conmover y suscitar la mayor de las atenciones, con un programa integrado exclusivamente por obras compuestas por mujeres. Podríamos pensar que este tipo de conciertos son fruto de la moda de lo políticamente correcto, si no fuera porque somos conscientes de la necesidad de visibilizar el trabajo de quienes durante tanto tiempo fueron silenciadas y ninguneadas, y porque descubrimos que a menudo su trabajo era tan digno de interpretarse y celebrarse como el de los más populares clásicos habituales. Acompañándola, su inseparable Miguel Ituarte, un buen conocido de la ciudad, tanto cuando actúa en solitario como cuando lo hace acompañando. Tiene mérito que Lavilla entonase el programa de seguido, algo inevitable cuando de un ciclo completo se trata, pero evitable con interludios instrumentales que permitan descansar la voz, cuando de selecciones va la cosa. Y tiene mérito que Ituarte tocara todas las piezas de memoria, algo poco habitual cuando se trata de un repertorio tan relativamente insólito como el propuesto en esta ocasión. Lo cierto es que Lavilla e Ituarte repasaron tres épocas y estilos, dos idiomas y cuatro compositoras con tanta facilidad y frescura que todo resultó fluido y elegante.


Aun con la amplificación preceptiva, es evidente que la soprano abarca un amplio registro y consigue una proyección más que generosa, lo que unido a una indiscutible facilidad para la inflexión, el color, la agilidad y el control dinámico, devino en pura delicia cuando entonó las canciones de Clara Schumann, más próximas en estilo a Schubert que a su propio esposo, permitiendo a la voz expresar carácter épico (Was weinst du, Blümlein) y melancólico (Auf einem grünen Hügel). El brillo de su voz se hizo patente también en los Lieder de Fanny Mendelssohn, con quien tanto se especula si poseía el mismo o más talento que su afamado hermano Felix, estos en general de tono más patético y concentrado y con un estilo más genuino y personal. Tras ellas se hizo presente la influencia debussyana en las seis canciones seleccionadas de las trece que integran el ciclo Clairières dans le ciel de Lili Boulanger, que Lavilla defendió con impecable entonación, apartándose discretamente de la tonalidad, mientras Ituarte se empeñó a fondo para marcar sus interesantes, y tintineantes, juegos de timbres y colores. Finalmente, fueron las chansons de Cécile Chaminade, otra compositora muy reivindicada en las últimas décadas, las encargadas de cerrar tan magnífico recital, de nuevo con un previsible estilo romántico asociado a la estética de salón y cierto sentido del humor. De todo ello se hizo eco perfectamente la voz, la expresividad y la puesta en escena de Cecilia Lavilla, acompañada sensacionalmente por el pianista vasco, juntos marcando uno de los conciertos de mayor categoría de la presente edición de las Noches del Alcázar.

Fotos: Actidea
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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