sábado, 27 de enero de 2024

UNA CONJUNTA TAN SENSIBLE COMO DESAFIANTE

3er concierto de la temporada XIII de la Orquesta Sinfónica Conjunta de la Universidad de Sevilla y el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo. Rubén Alonso, oboe; Juan García Rodríguez, dirección. Programa: Largo Op. 33 y Andante doloroso Op. 56 nº 2, de Poul Schierbeck; Concierto en la menor para oboe y cuerdas, de Vaughan-Williams; Sinfonía nº 1 en Re mayor Hob. I, de Haydn. E.T.S. Arquitectura, viernes 26 de enero de 2024


Algo bueno, o muy bueno, deben estar haciendo los conservatorios, que hoy podemos sentirnos orgullosos del espléndido trabajo que realizan sus alumnados. Hace apenas unos días ha llegado a nuestras manos un CD grabado en 2017 por la Joven Orquesta Sinfónica de Granada y la Orquesta de la Universidad de Granada repasando algunos de los títulos más memorables de la filmografía de José Nieto. Pudimos comprobar el alto nivel obtenido por sus jóvenes intérpretes, corroborando el excelente estado de salud que desde hace tiempo disfrutan formaciones andaluzas integradas por gente joven, como la OJA, la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Saïd, la Joven Orquesta Barroca de Sevilla o ésta, la Conjunta, que nos deleita desde hace ya treces temporadas. No sabemos si será por la energía que desprenden, su sorprendente precisión técnica o los programas tan sumamente atractivos que para ellos y ellas prepara primorosamente Juan García, su director. Pero lo cierto es que la Sinfónica Conjunta nos encanta y no podemos disimular nuestra radiante admiración por todo lo que hacen.

Este primer programa del año, y tercero de la temporada, estuvo presidido por el carácter elegíaco y reflexivo de tres de las obras seleccionadas, coronadas con el ímpetu todavía juvenil, si veintisiete años nos pueden parecer tal, de un Haydn que se estrenaba en la sinfonía con toda la energía y la fuerza que era capaz de mostrar en sus empeños. Los muy cinéfilos podrán asociar el nombre del compositor danés Poul Schierbeck al cine de Carl. T. Dreyer, para quien compuso la banda sonora de Dies Irae, y algunas de cuyas obras fueron seleccionadas para ilustrar la magistral Ordet (La palabra). Otros lo conocerán por su ópera Fête galante. Su estilo musical casa perfectamente con el espíritu meditativo y místico del legendario cineasta, tal como se percibe en el Largo de reminiscencias mahlerianas con el que arrancó el concierto, y el solemne Andante doloroso que inauguró su segunda parte. La cuerda, reducida para lo que suele ser habitual en esta conjunto, supo adaptarse perfectamente a ese misticismo apuntado, con juegos armónicos exquisitos y una rica paleta de colores y dinámicas contrastadas que García cuidó hasta el mínimo detalle. En la segunda de las piezas, la flauta y la trompa protagonizaron momentos absolutamente sobrecogedores.


También en ese estilo elegíaco que le caracteriza, el Concierto para oboe de Vaughan-Williams se benefició de una cuerda tersa y aterciopelada. El compositor británico hace acopio también de ese espíritu místico y recogido que podemos apreciar en muchas de sus célebres bandas sonoras, como Scott en la Antártida o Los invasores, en este breve pero intenso concierto con el que parece invitarnos a un paseo por los grandes parajes británicos, en compañía de un oboe que serpentea a conciencia y ofrece virtuosos arabescos. En manos del catedrático y concertista Rubén Alonso, el instrumento destiló brillantez en perfecta comunión con la cuerda, siempre dialogante, sin sombras ni asfixias. Sin desfallecer, cuidando incluso no exagerar el ruido de las llaves, Alonso logró que la pieza sonara luminosa y ligera, a pesar de su evidente complejidad, llegando en el final a alcanzar una inusitada intensidad que fue respondida por el público con generosos aplausos.

A nada de esto fue ajena la batuta como siempre enérgica y dinámica de García, que en la Sinfonía nº 1 de Haydn alcanzó cotas muy altas de expresividad, siempre asentado en su carácter jovial y desenfadado, con un trabajo excelente de los oboes y los metales, una sincronía y un contrapunto preciso y elocuente entre la cuerda aguda y la grave, con especial mención al músculo alcanzado por los tres contrabajistas. Un resultado a la altura del nivel de exigencia que sin duda demanda García a estos jóvenes tan prestos a manifestar tanta fuerza y coraje.

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