domingo, 22 de abril de 2012

LO MEJOR DE LA FERIA DE ABRIL Concierto matinal de la ROSS

Concierto de Feria: ¡Viva Sevilla!
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Ruth Rosique, soprano. José Luis Sola, tenor.
Miguel Roa, director. Programa: Piezas de Jiménez, Sorozábal, Rojas, Vives,
Fernández Caballero, Lope, Chapí, Guerrrero, Chueca, Serrano, Luna y Penella
Teatro de la Maestranza, domingo 22 de abril de 2012

Juan José Roldán y Elena Valdés, Feria de Abril 1952
Les ruego que me perdonen si por esta vez llevo una crónica más al terreno personal y sentimental que al estrictamente musical. Publicarla en el blog y no en El Correo quizás me dé licencia para esto y para ilustrarlo con fotos del álbum familiar.

Ruth Rosique
Igual que en vísperas de Semana Santa la Sinfónica aborda un programa integrado por marchas procesionales, por segundo año consecutivo el domingo pre-feria lo dedican a músicas muy relacionadas con nuestra tierra, de esas que conforman el particularísimo universo de la España Cañí. Se trata por lo tanto de un repertorio que forma parte indiscutible de nuestras vidas, que nos ha acompañado desde la infancia y asociamos indisolublemente a vivencias, momentos, algunos felices y otros no tanto, de nuestra efímera existencia. Músicas que nos traen a la memoria seres queridos, escenas familiares, domésticas, íntimas, y que por ello pueden hacernos sufrir un ataque de nostalgia. Confieso que en cierto modo lo pasé mal en este concierto, y no porque la interpretación de tan populares páginas a manos del maestro y especialista Miguel Roa no fuera más que satisfactoria, o que la presencia sobre el escenario de nuestra Ruth Rosique y el joven José Luis Sola no fuera estimulante. Nada de eso, fue porque no pude evitar pensar en mi madre, que nos dejó hace apenas un año, y lo mucho que ella disfrutaba con estas manifestaciones, con estas músicas adheridas a su piel, a su espíritu y a su corazón desde siempre. Emocionarnos hasta la lágrima lo consideramos siempre un sufrimiento, menospreciando lo mucho que tiene de desahogo y catarsis, porque la magia del espectáculo, dentro y fuera de nuestro teatro, contiene todo lo mejor de nosotros, lo mejor de Sevilla, tierra de la que no podemos ocultar nuestro orgullo a pesar de que a menudo vaya acompañada de tantos despropósitos.

J. L. Sola con indumentaria zarzuelera
Los españoles somos desde hace ya demasiado tiempo un pueblo que no sabe valorar lo que tiene, acomplejado e incapaz de vender lo nuestro. Que esta música, que servida especialmente así en antología no tiene competencia en beldad y emoción, tenga que sentirse inferior a la opereta o incluso al musical americano no tiene explicación. Si además la disfrutamos con las prestaciones de nuestra magnífica orquesta y con una pareja de atractivos y solventes vocalistas, la experiencia no tiene precio. Es verdad que Roa exageró los niveles decibélicos hasta hacer que desde las alturas del coliseo las voces fuesen casi imperceptibles, y que en muchas ocasiones ofreció versiones muy recargadas de percusión, tan del gusto del público menos exigente. Pero las bondades del cuerpo instrumental son indiscutibles, y los resultados en el plano general fueron más que satisfactorios.

Foto: Sera Campos
Volvimos a tener el inmenso placer de disfrutar con el encanto, la versatilidad y la belleza, tanto canora como física, de Ruth Rosique, que sacó a relucir además su vena más cómica, puede que incluso sobreactuada si queremos reivindicar una zarzuela más elegante, menos rancia y de vocación más internacionalista. Pero no importa, nos encanta la Rosique y cada día más. Aún esperamos que se atreva con el musical, que a buen seguro también lo hará muy bien (ese día me acordaré más de mi padre). El  tenor navarro José Luis Sola vino a lucirse y en ocasiones lo logró, como en la romanza No puede ser de La tabernera del puerto, que entonó con seguridad y buen gusto. De proyección anda un poco corto, pero lo compensa con elegancia y soltura en modulación y fraseo. Aún es joven y tiene mucho tiempo por delante para corregir y ampliar sus recursos. Si se es de aquí es inevitable sobrecogerse con el Preludio de El bateo, los intermedios de La Torre del Oro y de la siempre agradecida La boda de Luis Alonso, el dúo Torero quiero ser de El gato montés, o el pasodoble Vito.

Y si además al salir nos topamos con los carruajes del concurso de enganches que salen de la otra Maestranza, el espectáculo se convierte en apoteosis. Esto hay que venderlo y promoverlo a grandes voces, porque al margen de actos vandálicos en el parque, botellonas, pintadas, excrementos en la calle y otras lindezas, lo mejor de los sevillanos lo ofrecemos cuando derrochamos arte y buen gusto, con músicas maravillosas, un sol espléndido, señorío mejor vestido que en las carreras de Ascot, mucha alegría e infinita emoción.


Salida de los carruajes del concurso de enganches de la Feria 2012. Foto: Sera Campos

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