sábado, 30 de mayo de 2015

TOSCA EN EL MAESTRANZA, ¡ESTO ES ÓPERA!

Ópera de Giacomo Puccini con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica. Pedro Halffter, dirección musical. Paco Azorín, dirección de escena y escenografía. Isidre Prunés, vestuario. Pedro Yagüe, iluminación. Con Hui He, Jorge de León, Ambrogio Maestri, Joroboám Tejera, Enric Martínez-Castignani, Francisco Vas, Alberto Arrabal, Jorge de la Rosa y Leonor Bonilla. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza, dirigido por Íñigo Sampil. Ecolanía de Los Palacios, dirigida por Enrique Cabello y J. Manuel Busto. Coproducción del Teatro de la Maestranza y el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. Teatro de la Maestranza, viernes 29 de mayo de 2015

Ambrogio Maestri al frente del Te Deum del final del primer acto
Queremos dejar constancia libre y sencilla de lo mucho que nos ha convencido esta producción de Tosca de Puccini parafraseando la traducción al castellano del título en inglés de un atractivo programa de televisión, dirigido por el carismático barítono y presentador Ramón Gener, y cuyo capítulo dedicado a esta emblemática ópera tuvo el acierto de facilitarnos el impagable y generoso colaborador de los medios José Rafael. Curiosamente en él se aprovechaba la representación en el Liceo de Barcelona de esta misma producción, coincidiendo Ambrogio Maestri en el elenco, quien entrevistado por Gener dejaba claro lo lejos que se encuentra de la perfidia del Scarpia al que da vida, demostrando el enorme trabajo de caracterización y transformación que ha realizado con su personaje, como evidenció la flamante noche del estreno en el Maestranza.

Jorge de León y Hui He ya coincidieron como Cavaradossi
y Tosca en el Lyric Opera de Chicago
El director de escena Paco Azorín propone una escenografía adaptada a un ajustado presupuesto pero con tal alarde de imaginación, inteligencia y creatividad que no deja entrever carencia alguna. Un mismo escenario para los tres actos, transformado ante los ojos del espectador para ir adoptando un significado y una intención distinta y nueva en cada uno. No obstante los escenarios originales son respetados a través de su referencia en los subtítulos, y así pasamos de un respetuoso y tradicional primer acto en una lúgubre Iglesia de Sant'Andrea della Valle, en el que Azorín sólo se permite la licencia de proyectar cuadros cuyo contenido cambia en función de las emociones de los intérpretes, a un segundo en el Palacio Farnese, en realidad entre bastidores para exhibir los entresijos del poder, las intrigas, crímenes y traiciones presentes en esta sanguinolenta ópera; para terminar en el Castillo Sant'Angelo con un vuelco literal del escenario, alarde técnico incluido con el que pudimos apreciar la enorme profundidad del escenario maestrante, en el que la libertad, la cultura y el espíritu revolucionario sucumben frente a la omnipotencia del poder establecido, algo muy sintomático en estos inciertos y sólo recientemente esperanzadores tiempos. Una excelente iluminación, con momentos sublimes como el final del segundo acto, redondean una propuesta que aúna equilibradamente drama pasional y político con tanta eficacia como ingenio. En el camino acabó resultando más difícil de interpretar el cambio de vestuario en el tercer acto, con soldados italianos de principios del siglo XX dialogando con unos protagonistas aún vestidos con ropas napoleónicas; quizás un simple guiño a la época en que Puccini estrenó la ópera.

Una ejecución algo rocambolesca en el tercer acto
Desde aquella memorable Fanciulla del West, Pedro Halffter ha ido moldeando en cada nueva temporada su visión de Puccini, compositor ideal para su estética y sensibilidad, especialmente dotada para el romanticismo exacerbado, dirigiendo Turandot, La bohème, Madame Butterfly y así hasta la temporada pasada con Manon Lescaut. Tosca completa su repertorio de títulos imprescindibles del autor de Lucca, pues la anterior convocatoria de la heroína decimonónica data de 2007 y entonces la dirigió musicalmente Bruno Aprea. Como no cabía esperar de otra forma, la suya fue una lectura apasionada, detallista y paladeada hasta el extremo; un regalo para el oyente y para la orquesta, que junto al Coro del Maestranza y la Escolanía de Los Palacios revalidaron su dominio de la partitura, volviéndonos a sobrecoger en el Te Deum con el que finaliza el primer acto. La apuesta segura que siempre supone la excelsa y revolucionaria música de Puccini - no olvidemos lo mucho que contribuyó junto a Wagner y Strauss a moldear el sonido Hollywood importado en los años treinta desde Austria, sobre todo en relación al uso del leit motiv – sobrepasó todas las expectativas, traduciéndose en un espectáculo operístico de primerísima categoría, capaz de hacer palidecer, como ya ha ocurrido otras veces, las propuestas más ambiciosas de los coliseos más poderosos. Pero naturalmente una magnífica función de ópera no lo es sin la contribución definitiva de los cantantes, y los de la ocasión son de los que sólo convergen en los sueños de los aficionados más exigentes. Hui He debutó curiosamente en este papel emblemático de su carrera, junto a Lorin Maazel y la Filarmónica de Nueva York en 2007, el mismo año en el que aquí disfrutábamos de la legendaria puesta en escena de Luca Ronconi, con Maria Guleghina en el papel titular. Su Tosca es apasionada y a la vez contenida, sin aspavientos ni salidas de tono, sensible y emotiva, tanto desde el punto dramático como del estrictamente musical, con una fuerza arrolladora y una fluidez sencilla y natural, como si no le supusiera esfuerzo alguno, deslizando sus emociones a través de una voz de amplios registros que modula a placer y que es capaz de ofrecer un Vissi d'arte estremecedor. A su lado, el tenor canario Jorge de León se mostró algo por debajo de su nivel, muy evidente en el dúo del primer acto Mia gelosa!, y aún así el suyo fue un Cavaradossi competente, de poderosa y segura emisión, salvo algún atisbo de vibrato, con una voz en todo momento potente y bien colocada, de hermoso timbre que cinceló con muy buen gusto y sin estridencias. Quizás le faltara una mayor dosis de sentimiento a E lucevan le stelle, sobrada sin embargo de técnica. Recelosos del accidente sufrido por Ambrogio Maestri, que hizo peligrar su participación en esta producción como hace dos temporadas cuando tuvo que ser sustituido por Juan Jesús Rodríguez en Rigoletto, nos sorprendió muchísimo la calidad ofrecida por el barítono italiano en un papel, el del villano Scarpia, que tan bien conoce. El suyo justificó la célebre frase que pronuncia Tosca tras asesinarle: ¡Y ante él temblaba toda Roma! Terrorífico y amenazante, así transmitió con su caracterización y su línea de canto profunda, segura y homogénea, las características fundamentales del personaje, exhibiendo además una envidiable naturalidad. Su contrapunto al Te Deum, Tre sbirri, una carrozza, fue antológico. El resto del elenco a un excelente nivel, y el milagro, la consecución del arte total, satisfecho, cerrando una estupenda a pesar de corta temporada lírica, que ha ido de menos a más, siempre dentro de un excelente nivel y con dos puntos álgidos, Doctor Atomic y este Puccini de rigor. Si seguimos así, y a poco de presentarse la nueva temporada, nos atreveríamos a decir que quizás el año próximo podamos disfrutar de El tríptico. Chi lo sá?

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