jueves, 17 de septiembre de 2015

LA VISITA El rencor produce monstruos

Título original: The Visit
USA 2015 94 min.
Guión y dirección M. Night Shyamalan Fotografía Maryse Alberti Intérpretes Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Kathryn Hahn, Celia Keenan-Bolger, Samuel Stricklen, Patch Danagh Estreno en Estados Unidos y España 11 septiembre 2015

Shyamalan es un director mucho más interesante de lo que se le considera. Es cierto que sus dos últimos trabajos, Airbender y After Earth, los de mayor presupuesto de filmografía, no estaban a la altura de sus trabajos anteriores, quizás por tratarse de un género, ciencia-ficción tradicional, que no es el que le ha dado fama. Pero también es verdad que de su cine la mayoría apenas salva El sexto sentido y se enrosca en lamentar repetidamente que se trata de un cineasta perdido y desorientado. Lo cierto es que el realizador de origen indio ha cosechado un interesante ramillete de trabajos memorables, desde el título aludido a El incidente, forjando un estilo muy propio para contar historias y hacerlo con recursos muy reconocibles. Puede que no sean películas perfectas, pero dentro de su género hay más y mejor cine en ellas que en muchos sucedáneos e imposturas que nos llegan continuamente dentro del que es el más cinematográfico y seguido de los géneros, el terror. Shyamalan utiliza sus argumentos, de los que siempre es autor, para analizar y generar enseñanzas; sus películas se convierten así en proverbios, bien sea sobre la interpretación de las Señales, la solidaridad y el trabajo en equipo en La joven del agua, la relatividad de la fuerza en El protegido, o el poder de la información en El bosque. Al fin y al cabo lo que hace es contar cuentos, y los cuentos siempre tienen una moraleja final. La visita supone el reencuentro del director con el cine de terror e intriga, aliándose para la ocasión con el productor de Paranormal Activity e Insidious, motivo por el cual quizás recurra a las actuales fórmulas de falsos realities en los que una cámara subjetiva va supuestamente grabando todo lo que vemos en la pantalla. Afortunadamente esto no supone sucumbir a una estética feísta de video barato, sino que mantiene su estilo visual habitual, con encuadres intrigantes, iluminación esmerada y montaje meditado; es más, ni siquiera resulta riguroso a la hora de plantear la imagen en función de lo grabado, más bien se salta conscientemente las reglas del juego para no traicionar el espíritu cinematográfico, del que se revela una vez más experto conocedor. Cabe destacar en este sentido el retórico y muy estimulante uso que hace de los primeros planos y del paisaje. Hay además más humor en esta revisión de Hansel y Gretel que en otras películas suyas anteriores, especialmente en el personaje del niño rapero y las situaciones grotescas a las que se someten los insólitos abuelitos. Y es el rencor en esta ocasión el que, provocando la distancia entre seres queridos, genera una situación incómoda e incluso trágica. Advierte por lo tanto de la necesidad de perdonar y aceptar el perdón, evitar el distanciamiento y que la vanidad, la soberbia y el rencor puedan marchitar relaciones entrañables, productivas e inmarchitables. Podrá decepcionar a quienes buscábamos un producto más siniestro e inquietante, y a quienes de entre todas las posibilidades explicativas de la trama adivinen precozmente la que se guarda el director en la manga, pero constituye una nueva muestra de buen cine, entretenido, bien producido y realizado y que, al contrario de tantos filmes de género actuales, da para reflexionar.

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