sábado, 2 de julio de 2016

GREEN ROOM El frenesí de la violencia a ritmo de heavy metal

USA 2015 94 min.
Guión y dirección Jeremy Saulnier Fotografía Sean Porter Música Brooke y Will Blair Intérpretes Anton Yelchin, Imogen Poots, Patrick Stewart, Alia Shawkat, Jose Cole, Callum Turner, Macon Blair, Mark Webbere, Eric Edelstein, Brent Werzner, Taylor Tunes Estreno en el Festival de Cannes (Quincena de Realizadores) 15 mayo 2015; en Estados Unidos 29 abril 2016; en España 10 junio 2016 (Sevilla 1 julio 2016)

Hace apenas dos años Jeremy Saulnier suscitó el interés de los cinéfilos con su película Blue Ruin, una inteligente disección de la cultura de la violencia en los Estados Unidos, a través de la sed de venganza y la familiaridad común con el uso de las armas. En la misma tónica se sitúa este nuevo trabajo del inquieto realizador, anclado en los límites del cine independiente posiblemente para no perder el control sobre su obra y continuar por esa senda de análisis y crítica de la civilización que se supone más avanzada de la Tierra. Sin embargo tanto aquella como esta película no establecen claramente la frontera entre la denuncia y la mera apología, manteniendo un carácter ambiguo aún más evidente en esta cinta que, a todas luces, se erige como un divertimento macabro en la línea del terror puro. Testigos de un crimen, una banda de rock punk queda a merced de los neonazis que regentan un bar de carretera, y a partir de ahí se genera una espiral de violencia truculenta y cruel que atrapa al espectador casi desde el minuto cero. Sin embargo tanta angustia e inquietud la logra Saulnier no haciendo uso efectista del gore más horripilante, sino utilizando los recursos más puramente cinematográficos, especialmente una impecable presentación de los personajes, fundamental para empatizar o no con ellos y adoptar la postura que el director nos tiene reservada en este macabro circo del horror. La trama, diferente y ambientada en un espacio novedoso, se sigue con facilidad y mucho interés, a pesar de que los diálogos resultan casi ininteligibles, merced a un inglés cerradísimo y propenso a la jerga, al que unos subtítulos que parecen generados por aficionados latinoamericanos no logran adaptarse. Entre los protagonistas destacan dos trekkies, el malogrado Anton Yelchin, víctima hace apenas una semana de su propio vehículo, que por lo que parece ser un defecto de fabricación lo aplastó en su propio garaje, y el veterano Patrick Stewart, que aquí se reserva con solvencia el papel de villano supremo de la función. En la cuota femenina destaca Imogen Poots (El último concierto, Lío en Broadway, Mejor otro día), que abandona su habitual imagen compuesta y aseada para convertirse en una imprevisible friki de aspecto desaliñado y ambiguo. En la banda sonora mucho y muy diabólico rock duro.

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