miércoles, 16 de noviembre de 2016

LAS FURIAS Un seudobergman desquiciado

España 2016 125 min.
Guión y dirección Miguel del Arco Fotografía Raquel Fernández Nuñez Música Arnau Vilá Intérpretes José Sacristán, Mercedes Sampietro, Bárbara Lennie, Carmen Machi, Pere Arquilé, Macarena Sanz, Emma Suárez, Gonzalo de Castro, Alberto San Juan, Elisabet Gelabert, Rául Prieto Estreno en el Festival de Valladolid 22 octubre 2016; en salas comerciales 11 noviembre 2016


Furias desatadas son lo que nos ofrece el prestigioso director teatral Miguel del Arco en su debut en la dirección de largometrajes. Un primer largo que ya se anuncia así en los títulos de crédito y que ha provocado cierta expectación entre la gente de la profesión, incluida una crítica que se ha rendido casi unánimemente a sus dudosos méritos. Para contarnos la historia de una familia desestructurada de clase media, faranduleros y psiquiatras, en una infernal reunión en casa de campo, nada más bergmaniano en sus postulados, del Arco echa mano de todo un arsenal de traumas, malos rollos e histerias variadas que dan como resultado un producto indigesto con el que es difícil comulgar. Uno se pregunta para qué el acento argentino de Bárbara Lennie, o por qué Mercedes Sampietro lleva una peluca tan horrorosa, y quizás la respuesta esté en acentuar el carácter grotesco de una película excesiva y cansina en la que Sacristán tiene alzheimer, la joven Macarena Sanz una psicopatía, Carmen Machi resulta improbable por edad y físico como hija de Sampietro, y los cambios de talante de Gonzalo de Castro hacen difícil creerse su personaje. Actores y actrices todos ellos y ellas que representan lo más granado del cine español, y que colaboran en esta ópera prima por su relación con el director, bajo cuyas órdenes se han puesto en más de una ocasión sobre el escenario. Más que dramáticas, sus situaciones son ridículas y a veces casi provocan risa; no lo hacen del todo porque el drama de perder dos horas ante semejante despropósito se impone sobre las ganas de reír. Incluso su muy elaborada música resulta excesiva y en muchas ocasiones inadecuada. Es además muy pretenciosa, como se puede apreciar en las numerosas citas teatrales que contiene. Por cierto, el título ya ha servido en otras ocasiones para bautizar otras películas, la más memorable una que dirigió Anthony Mann en 1950 y tuvo como protagonista a Barbara Stanwyck.

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