sábado, 27 de septiembre de 2025

ACERTADA ADAPTACIÓN DE UN TÍTULO A REIVINDICAR

Il Califfo di Bagdad. Música de Manuel García. Libreto de Andrea Totola. Alessandro D’Agostini, dirección musical. Guillermo Amaya, dirección escénica. Juan Ruesga, escenografía. Nino Bautí, vestuario. Adolfo Carmona, iluminación. Con Leonor Bonilla, Juan de Dios Mateos, Nerea Berraondo, Pepe Hannan, Alicia Naranjo, Eugenio Maria Degiacomi. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Joven Coro de Andalucía. Producción del Festival de Ópera de Sevilla y Ayuntamiento de Sevilla. Patio de la Montería del Real Alcázar de Sevilla, viernes 26 de septiembre de 2025

Leonor Bonilla y Alicia Naranjo

Por segunda noche consecutiva, al Festival de Ópera, todavía en posición de salida, consigue un magnífico resultado, esta vez de la mano de uno de los títulos más reconocidos y reivindicables del catálogo de Manuel García, autor sevillano por el que cada vez se apuesta más y más se programan, no sólo en su tierra, sus obras. De hecho, El califa de Bagdad se pudo ver y escuchar hace tiempo en Granada y en Madrid antes de recalar, ya por fin completa y no en forma de obertura y arias sueltas, en la ciudad que vio nacer a su cosmopolita compositor.

Aquí se ha presentado en una producción del propio festival que, con los trabajos de adaptación convenientes para saltar a un gran escenario, tiene todos los ingredientes para triunfar en salas y auditorios acondicionados para un espectáculo lírico. Y es que al aire libre, en el Patio de la Montería del Alcázar, debió enfrentarse a imprevistos como el de una fiesta en una terraza aledaña cuya música invadió agresivamente el disfrute del público que llenó el suntuoso patio del palacio sevillano. Afortunadamente, la intervención de la organización evitó que el inconveniente se extendiera en exceso.

Tampoco la imprescindible amplificación estuvo del todo atinada en la primera de las dos partes en que se divide el largo espectáculo, casi tres horas de duración. Aceptable fue que se decidiera no amplificar a la orquesta, mientras las voces lo fueron de forma harto discreta cuando cantaban y con más potencia en los diálogos, lo que unido a la excelente dicción de todos y todas las intérpretes, hizo innecesaria la proyección de sobretítulos cuando hablaban. Sí hubiera sido conveniente traducirlos al inglés, y hacer lo propio con las partes cantadas, en sustitución del innecesario original en italiano. Y es que público internacional, como la noche anterior, sí que hubo.

Sin embargo, esa amplificación jugó malas pasadas en la primera parte, con acoples, fallos de sonido y exceso de volumen en algunas partes cantadas. Todo lo cual se corrigió en una segunda parte impecable a nivel técnico, y más disfrutable por extensión. Lo que nos hace augurar que la función de esta noche, segunda de las tres programadas, resultará aún más feliz.

Un reparto brillante y divertido

Volvemos a celebrar, sin ánimo de resultar machacones, el excelente nivel musical que disfrutamos en esta ciudad desde hace ya tiempo, y que se extiende también a lo vocal, con Leonor Bonilla como estrella rutilante, capaz de embelesarnos al máximo con su control y dominio absoluto de todos los resortes imaginables del bel canto, algo de lo que García demuestra haber sido un conocedor absoluto y un alumno inmejorable, capaz de poner literalmente en un brete a cualquier voz que se atreviese a entonar sus complejas y alambicadas partituras.

Juan de Dios Mateos

La sensacional voz de la soprano sevillana brilló como nunca, con peajes inolvidables como esa larga exhibición de idiomas y costumbres que mereció el encendido aplauso del público. Naturalidad, fluidez y seguridad fueron algunos de los atributos de una voz de precioso y diamantino timbre que se vio perfectamente arropada por el resto del elenco.

Y eso que el también andaluz, el almeriense Juan de Dios Mateos, que tanto nos hizo disfrutar la pasada temporada en el Femás con El poeta calculista, también de García, empezó con no demasiado buen pie, flojo en las coloraturas, áspero y un punto nasal en la voz. E igual que fue mejorando paulatinamente, reencontrándonos con ese buen tenor que de seguro es, volvió a deslucirse hacia el final. No le retiramos ni muchísimo menos la confianza por eso, y destacamos su portentosa vena cómica y su perfecta adecuación a los papeles de galán irresistible, desnudo obligado incluido, como se viene observando recientemente en el mundo de la lírica.

Del resto destacamos ese valor en alza, de fulgurante y rápido ascenso, que es Alicia Naranjo, después de deleitarnos con los Lieder eines fahrenden Gesellen en el primer concierto de la ROSS de la temporada, y que aquí derrocha comicidad, demuestra ser una excelente actriz y, sobre todo, dominar todos los resortes de su voz para cumplir con creces las exigencias de su rol, exhibiendo rotundidad, fluidez y seguridad a raudales.

Quien más problemas tuvo con la técnica fue la también espléndida mezzosoprano navarra Nerea Berraondo, que se enfrentará el próximo 12 de octubre, último día del festival, a un recital en torno al mito de Carmen. Los apuntados problemas de megafonía enturbiaron su trabajo en esa primera parte, a pesar de lo cual exhibió también buenas dotes para el bel canto, y se lució con brillantez en esos cuplés en los que ensalza su genio y figura antes de convertirse en la madre de la protagonista. Tanto el tenor Pepe Hannan como el barítono Eugenio Maria Degiacomi apuntaron buenas maneras y correctas facultades, mientras el entusiasmo de los y las miembros del Joven Coro de Andalucía, suplió sus posibles carencias, achacables a falta de experiencia y rigor ajustado a sus edades.

Nerea Berraondo, Pepe Hannan y Alicia Naranjo

Capítulo aparte merece la excelente adaptación integral de Guillermo Maya, responsable también de una dinámica dirección escénica, ágil y desenfadada a pesar de la estrechez obligada del escenario, hábilmente diseñado de nuevo por Juan Ruesga, y con vestuario también de Nino Bautí, que nos llevaron a los setenta del siglo pasado con sus colores chillones y sus pantalones de campana. Amaya no se conformó con trasladar la ambientación del orientalismo de moda en el siglo XIX a esta época reciente, sino que se atrevió acertadamente a incluir en los textos e incluso en las letras, referencias explícitas que convencieran de la operación sin los habituales anacronismos ni ridiculeces que acechan a estas traslaciones.

No podemos terminar esta reseña sin aplaudir el trabajo acertado, tan en estilo, de la Sinfónica bajo la dirección de Alessandro D’Agostini, que demostró buen oficio y ser gran conocedor de las formas clasicistas, lo que se tradujo en una interpretación ágil y concentrada, nada avibratada, tampoco seca ni áspera, y desde luego muy respetuosa con las voces; claro que ahí entra también la acertada decisión apuntada sobre la amplificación. Una interpretación que dejó entrever además que la habilidad de García para la instrumentación, tantas veces puesta en cuestión, fue también un punto fuerte en su esmerada y atenta educación.

Fotos: Agustín Pacheco (Archivo fotográfico del Festival de Ópera de Sevilla)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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