miércoles, 16 de febrero de 2011

Doña Francisquita en el Teatro de la Maestranza



Crítica de zarzuela


Doña Francisquita Música de Amadeo Vives Libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, según "La discreta enamorada" de Lope de Vega Dirección escénica Luis Olmos Dirección musical Miquel Ortega Intérpretes María José Moreno, Ismael Jordi, Milagros Martín, Julio Morales, Amelia Font y Enrique Baquerizo Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Orquesta de Plectro de Córdoba y Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Estreno: Martes 15 de febrero de 2011

El Teatro de la Zarzuela tiene ya un montaje reciente de este título inmortal, en cuya reposición de 2004 debutó en el papel Mariola Cantarero, ahora barajada en los dos repartos para hacerla coincidir en una función con Ismael Jordi y repetir así la magia lograda con La Traviata. No obstante hace exactamente un año el teatro madrileño optó por una nueva producción, que traiciona el espíritu con el que Vives pretendía recrear el Madrid romántico para ofrecernos una escenografía de corte minimalista y vestuario modernista. Hay que reconocer que los arcos de ángulos rectos unidos con visagras en los que consiste el sencillo decorado dan mucho juego escénico y consiguen unos resultados plásticos notables y muy creativos, sin que los coloristas figurines resulten chirriantes ni grotescos.

En manos de Miquel Ortega resulta difícil apreciar los matices y relieves de una partitura exquisita que exhala Puccini y Strauss en más de un pasaje. Su dirección epidérmica y en muchos casos ramplona y poco decidida jugó en detrimento de la emoción y el lirismo de la música, haciendo que la ROSS no luciera como otras veces, incluida la espléndida grabación que de este título realizó en 1994 a las órdenes del más solvente Miguel Roa.

María José Moreno logró una actuación serena, con un bellísimo timbre, gran capacidad para la coloratura (La canción del ruiseñor) y flexible modulación, si bien sus agudos se revelaron cortos. Jordi volvió a encandilar con su elegancia canora (Por el humo se sabe) y su versátil fraseo, pero continúa insuficiente en volumen, lo que salva con ingeniosa proyección. Julio Morales fue un Cardona contenido, lo que se agradece entre tanto aspaviento y sobreactuación, exhibiendo una voz centrada y fluida. Milagros Martín, por el contrario, cantó sin seguridad, con ataques forzados y cambios bruscos de color. Del resto destacó la enorme potencia de Manuel de Diego y la alegre coreografía, que nos dejó momentos espléndidos como el Pasacalle de los estudiantes, con intervención danzística no muy disciplinada pero sí simpática del propio coro, que aunque en general lució magnificencia, desaprovechó la oportunidad de bordar el hermoso Coro de románticos, algo desinflado y raquítico.


Publicado originalmente en El Correo de Andalucía

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