martes, 10 de enero de 2012

LA DAMA DE HIERRO Venerable vejez

Título original: The Iron Lady
Reino Unido 2011 105 min.
Dirección Phyllida Lloyd Guión Abi Morgan Fotografía Elliot Davis Música Thomas Newman Intérpretes Meryl Streep, Jim Broadbent, Olivia Colman, Richard E. Grant, Iain Glen, Anthony Head, Roger Allam, Alexandra Roach, Harry Lloyd
Estreno en España 5 enero 2012

Autora teatral de notable éxito y ahora responsable de dos de los guiones más esperados del momento, éste y el de Shame de Steve MacQueen, Abi Morgan salta al estrellato cinematográfico con este análisis personal y político de una de las figuras públicas más controvertidas del pasado siglo, la Primera Ministro británica de los 80 Margaret Thatcher. A veces sin embargo las intenciones no cuajan y, por el contrario, los resultados son otros que sólo en contadas ocasiones hacen el producto tan válido o interesante como si se hubiesen logrado sus verdaderos objetivos. El análisis político de la Sra. Thatcher no está conseguido, se antoja fraccionario y disperso, nada arriesgado, bastante indulgente y escasamente clarificador. No se sale de este film con una idea exacta ni de lo que fue o representó la homenajeada ni de lo que los responsables del film quieren decir sobre ella, ni de lo que sintió ni realmente pensó. Sus episodios en la batalla contra el IRA, la Guerra de las Malvinas, los numerosísimos conflictos sociales y laborales que suscitó su mandato, su alianza incondicional con Reagan, y su papel en la política internacional como mujer y líder, no están suficientemente analizados ni estudiados, y menos sus consecuencias con respecto al panorama político actual. Se convierten en mero anecdotario impulsado por una sucesión de material documental que da al conjunto cierto aire pobretón. No obstante su realizadora, que también dirigió a la Streep en ¡Mamma mía!, logra hacer un retrato elocuente y emotivo sobre la venerabilidad de la vejez, las bondades de la ancianidad, con la ayuda definitiva e inestimable de ese portento de la interpretación, sin sombra en el presente ni en el pasado, que es Meryl Streep. Thatcher o no, ella consigue reflejar toda la humanidad y la grandeza de la vejez, con una interpretación donde el matiz es sustituido por el genio, y el esfuerzo por la sobrenaturalidad. El film se erige en un monumento a la honorabilidad de quien alcanza la tercera edad, la bondad inherente a los años, aunque se haya sido la mujer más dura y férrea sobre el planeta. Ayudada por un maquillaje excelente, Meryl Streep avanza sin aparente esfuerzo treinta años por encima de su edad real y lo hace no sólo con absoluta verosimilitud sino también con extraordinaria emotividad y emoción. Suya es una película que sin embargo tiene también sus virtudes, con momentos de pura nostalgia evocados a través de la bellísima relación de la protagonista con su paciente esposo, sazonados con intermitentes retazos de melancolía por un pasado de gloria y esplendor frente a un presente de crepuscular decrepitud. Meryl Streep es hoy por hoy la más dotada de cuantas actrices trabajan no sólo el gesto sino también la voz, el acento y la modulación, logrando parecidos que trascienden lo razonable para implantarse en lo soberbio y lo milagroso. Por lo demás el film se deja ver y contiene lecturas que a más de uno y una podrán interesar, pero sobre todo merece la pena disfrutarse sin reservas por la prodigiosa interpretación de la mejor actriz de todos los tiempos.

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