domingo, 12 de febrero de 2012

DECLARACIÓN DE GUERRA El aceite del amor

Título original: La guerre est déclarée
Francia 2011 100 min.
Dirección Valérie Donzelli Guión Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm Fotografía Sebastien Buchmann Intérpretes Valérie Donzelli, Jérémie Elkaïm, César Dessix, Gabriel Elkaïm, Brigitte Sy, Eline Lowensohn, Michèle Moretti, Philippe Laudenbach, Bastien Bouillon
Estreno en España 10 febrero 2012

La joven actriz francesa Valérie Donzelli hace con ésta su segunda película como realizadora (la primera fue La reine des pommes en 2009) un análisis y exorcismo a corazón abierto de sus propias vivencias como madre protagonista de una dramática experiencia, con ayuda de su ex pareja Jérémie Elkaïm y aparición de su verdadero hijo autointerpretándose en edad real (el bebé de dos años es otro). Inevitable al ver esta película no referirse a aquella espléndida película de George Miller, El aceite de la vida, protagonizada por Susan Sarandon y Nick Nolte, con la que comparte la crónica de unos padres coraje sometidos a la presión y la vorágine de la lucha por la supervivencia de su pequeño hijo. Pero al contrario que aquélla Donzelli opta por una mirada amable, dulce y tierna, con el acierto de no quitarle gravedad al asunto pero echarle encima una capa de optimismo y jovialidad muy saludable en estos casos. Por eso resulta sorprendente que determinadas secuencias estén resueltas a partir de una sobreactuación y un dramatismo histérico impropio de unas intenciones y coordenadas tan agradables como las que la directora propone a lo largo de gran parte de su metraje. Lo más sorprendente de la cinta es cómo le da la vuelta a las películas románticas, en las que dos personas se conocen, tontean, superan dificultades y al final comen perdices; aquí la historia de amor está asentada desde el principio, y el nubarrón que se les coloca sobre las cabezas se convierte en un motor para contarnos una historia de complicidad, compañerismo, solidaridad, sinceridad y ternura, en definitiva una historia de amor, las de sus propios arquitectos y sus aledaños (familiares, amigos), sin embargo ya extinta. Una declaración de amor en respuesta a otra de guerra. Con un aspecto desaliñado y desenfadado que nos hace recordar y mucho el estilo de la nouvelle vague de los años 60, a lo que contribuye una banda sonora ecléctica y algo pastiche, en la que cabe Delerue, Morricone, Bach, Vivaldi, Offenbach y los propios protagonistas, que hacen sus pinitos como cantantes en una muy afrancesada secuencia musical al estilo del Demy intimista, sin coreografías. La sinceridad de sus artífices, el mensaje de optimismo frente al sufrimiento y la lucha permanente en que consiste la vida desde que nacemos, se erige en lo mejor de una cinta agradable incluso en su imperfección, pero en la que se echa de menos una mayor capacidad para emocionar y pellizcar las entrañas. Triunfó en el pasado Festival de Gijón logrando los premios a la mejor película, actriz y actor, y ha sido la gran sensación del cine francés del pasado año en su país, candidatura a ser nominada al Oscar incluida.

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