lunes, 5 de noviembre de 2012

9º FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA 3ª JORNADA

BOY EATING THE BIRD’S FOOD
Título original: To agori troei to fagito tou pouliou
Grecia 2012 80 min.
Guión y dirección Ektoras Lygizos Fotografía Dimitris Kasimatis Intérpretes Yiannis Papadopoulos, Lila Mpaklesi, Vangelis Kommatas

Un festival que se precie tiene que programar este tipo de cine, radical e incómodo, que difícilmente tiene cabida en una cartelera convencional y que como mucho aspira a ser rescatada por programaciones marginales, subvencionadas e incondicionalmente cinéfilas. Con un estilo que recuerda a los hermanos Dardenne, por su forzosa economía de recursos y lenguaje directo y sin ornamentaciones superfluas, aunque con un contenido dramático más básico y contemplativo, como si de un cuadro se tratara (de hecho su título, Joven comiendo alpiste, parece sacado de un Murillo), la cinta observa el día a día de un joven engullido por la pobreza generada por una crisis implacable y destructora. Para colmo se dedica a las artes escénicas; canta, es contratenor, y baila, según parece a tenor de cierta secuencia. Ya sabemos que el drama mediático del momento se ensaña especialmente con sectores como la juventud y el mundo de la cultura. Como un glosario de consejos para sobrevivir con pocos medios, algunos tan nauseabundos que contribuirán sin duda a que se hable de ella, las experiencias del joven protagonista se enriquecen con detalles tiernos como el cuidado de su canario o la forma de seducir a la chica de sus sueños. Una propuesta interesante a tener muy en cuenta.

INVASOR
España 2012 99 min.
Dirección Daniel Calparsoro Guión Javier Gullón y Jorge Arenillas Fotografía Daniel Aranyó Música Lucas Vidal Intérpretes Alberto Ammann, Antonio de la Torre, Inma Cuesta, Karra Elejalde, Luis Zahera, Bernabé Fernández, Sofía Oria, Alex Hafner, Benjamin Nathan-Serio

Siguiendo esa tendencia actual en el cine español de hacer películas con cierto empaque, un buen diseño de producción y unos recursos generosos, la nueva película de Calparsoro (Salto al vacío, Asfalto) regresa al ambiente bélico que ya visitara en Guerreros, ahora en Irak, para tejer una trama de acción e intriga militar que adopta las formas de denuncia política pero que en realidad no se puede tomar más que como cinta de género, más o menos bien resuelta. Sorprendentemente, a pesar de unas líneas de diálogo mediocres y en ocasiones rayando lo ridículo, con algunos aciertos aislados, la intriga funciona, su denuncia paralela parece levantar ampollas y el acabado formal de la empresa se revela satisfactorio, muy a pesar del parecido evidente con las películas de Ridley Scott, en texturas, efectos visuales, montaje y hasta música, con un Lucas Vidal metido de lleno en el sonido del Hollywood que le ha adoptado. Las interpretaciones están ajustadas, con Elejalde componiendo un malo de antología, y la película entretiene, que al fin y al cabo es de lo que se trate. Merece una vida comercial generosa.

UN ASUNTO REAL
Título original: En kongelig affaere
Dinamarca-Suecia-República Checa 2012 137 min.
Dirección Nikolaj Arcel Guión Rasmus Heisterberg y Nikolaj Arcel, según la novela “Princesse af blodet” de Bodil Steensen-Leth Fotografía Rasmus Videbaek Música Cyrille Aufort y Gabriel Yared Intérpretes Alicia Vikander, Mads Mikkelsen, Mikel Boe Følsgaard, Trine Dyrholm, David Dencik, Thomas W. Gabrielsson, Cyron Melville

Zentropa, la productora de Lars Von Trier, está detrás de esta suntuosa producción que narra un episodio de la historia de Dinamarca en el que se mezclan intrigas palaciegas, deslices de alcoba y dramas sentimentales con el sempiterno terror de las clases dominantes a perder poder y privilegios. Sus guionistas, el propio director y Rasmus Heisterberg, tienen ya experiencia en este tipo de combinaciones, gracias a su trabajo para la primera entrega de la saga Millennium. Cuando Europa se preparaba para una revolución sin precedentes que iba a traer grandes cambios sociales y políticos para el pueblo, la nobleza procuraba fortalecer su posición para evitar pérdida de poder, de la misma manera que hoy la clase política exige responsabilidad y sacrificio solo a la ciudadanía. El Rey Christian VII de Dinamarca, su esposa la Reina Carolina y su hombre de confianza, el Doctor Johann Struensee, son las fichas de este ajedrez en el que se alternan traiciones, manipulaciones y decisiones de Estado, articulado en forma de melodrama exquisito, magníficamente escrito e interpretado, y hábilmente estrenado en una época en la que conviene no olvidar la Historia y sus consecuencias, porque rodaron cabezas y pueden volver a hacerlo. Su excelente factura queda arropada con una melancólica banda sonora de Gabriel Yared, mientras su guión y la interpretación de Mikel Boe Følsgaard como el monarca, merecieron premio en el pasado Festival de Berlín.

AMOR
Título original: Amour
Francia-Austria-Alemania 2012 127 min.
Guión y dirección Mikael Haneke Fotografía Darius Khondji Intérpretes Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, Alexandre Tharaud, William Shimell

Con un título así y una pareja de protagonistas octogenarios, podría pensarse que se trata de una película de amor otoñal, un giro en la filmografía de Haneke que le llevara a terrenos más amables y melosos. Pero no es así; no es un amor otoñal sino otro más bien consolidado que debe ser expuesto a prueba, a la prueba de amor más cruel, atroz y dolorosa, la de la enfermedad. Él y ella son marido y mujer, pero podrían ser hermanos, madre e hijo, amigas, o cualquier otra forma de relación en la que tenga cabida el amor. Pero son esposos, y de hecho el film destila en todo momento cierto aire místico o religioso, porque la trama nos es mostrada como una pasión, la que sufre una persona y con la que la otra le demuestra todo su cariño, fidelidad y, en definitiva, devoción. Los elementos son básicos: dos personajes, un único escenario (el apartamento en el que conviven, a juzgar por los detalles de la decoración, desde hace muchos años) y la descripción lineal y pausada de un punto de inflexión en la vida de esta pareja. Con eso Heneke, que es un genio indiscutible, logra provocar en el espectador una emoción devastadora, dolorosa y sumamente personal, porque no resulta difícil identificarse con el drama representado, bien por haberse vivido o porque se tiene la certeza de que se vivirá. Es por lo tanto una película del mismo director que hizo Funny Games o La pianista, porque bajo su aspecto de prodigiosa declaración de amor subyace un demoledor puñetazo en nuestras entrañas hasta dejarnos compungidos e incapaces casi de respirar durante la proyección y largo tiempo después de finalizar. Lo logra con una estructura argumental meticulosa, una planificación extraordinaria de los elementos y, sobre todo, unas interpretaciones sobrenaturales de los dos veteranos y legendarios protagonistas, Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva. Contribuye también una clarividencia absoluta a la hora de exponernos a la degradación humana y la desesperada pedida de auxilio. La habilidad de Haneke para demostrar su tesis se refleja incluso en el hecho de que la pareja retratada pertenezca a un mundo exquisito, intelectual y culturalmente cultivado, en el que la música, la lectura y otras artes pertenecen a la rutina diaria. Sólo así se consigue que sea más convincente la sensibilidad mostrada por los personajes, no sólo el esposo entregado en cuerpo y alma a su pareja, sino incluso hijos y alumnos, en un principio censurados en sus comportamientos por la pareja que padece el particular calvario propuesto, pero que en el fondo sobrellevan también su correspondiente penitencia y sufren su personal dolor. Es un film de Haneke, de un genio capaz de hacernos reflexionar sobre cosas habituales de la vida en las que muchos no repararían sin su ayuda. Es atroz y demoledora, porque de nuevo es el producto de un sádico dirigido a un grupo de sedientos masoquistas, sólo que esta vez va arropado por un abrigo de ternura y sensibilidad más que evidente e innegablemente emotiva.

1 comentario:

  1. Según me cuentan fuentes bien informadas, Haneke va a pasar un montón de semanas en Madrid y va a gastar una verdadera fortuna del presupuesto del Teatro Real para prerarar su producción de... Così fan tutte! Aún no sé si merecerá la pena ir, porque el elenco en principio resulta poco atractivo, la dirección de Cambreling promete ser un coñazo y no parece que el señor Haneke se muestra muy dispuesto a respetar el concepto original de Mozart y Da Ponte. En fin, cosas de Mortier.

    ResponderEliminar