sábado, 10 de noviembre de 2012

PÉREZ FLORISTÁN ENTUSIASMÓ EN EL CUARTO CONCIERTO DE ABONO DE LA ROSS

4º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Juan Pérez Floristán, piano. Christian Arming, director. Programa: Cantos de Pleamar, de Antón Gª Abril; Concierto para piano y orquesta de Poulenc. Sinfonía nº 5 en Mi menor Op. 64.
Teatro de la Maestranza, viernes 9 de noviembre de 2012

La Sinfónica perdió la ocasión de coordinar su último concierto de abono con el Festival de Cine Europeo celebrado paralelamente, y sin embargo cuánto nos transportó el programa seleccionado al mundo del cine. Primero por el compositor elegido para abrirlo, Antón García Abril, una de las columnas vertebrales de nuestra música fílmica, con bandas sonoras tan significativas como Los pájaros de Baden Baden, La noche de Walpurgis o El crimen de Cuenca, o de series como Curro Jiménez, Fortunata y Jacinta o Anillos de oro, además de sintonías tan famosas como la de El hombre y la tierra. Su pieza, Cantos de pleamar, sonó a ilustración de varias secuencias de una película, con sus momentos de intriga y misterio, sus muchos de romanticismo, y un toque debussiano durante toda su generosa duración, que funciona como un bálsamo en el que la cuerda despliega toda su expresividad. La dirección del austriaco Christian Arming combinó a la perfección ritmos y contrastes, logrando de la obra una sonoridad sedosa, hipnótica y seductora.

El Concierto para piano de Poulenc, de calidad evidentemente inferior a su Concierto para dos pianos, no da muchas oportunidades de lucimiento al solista, pero hay que reconocer que su vistoso primer movimiento parece estar sentando la base sobre la que años después se fundaría un inconfundible estilo afrancesado de componer partituras para el cine, con autores como Michel Legrand y Francis Lai a la cabeza. Fue una lectura brillante, impecable de la pieza, con la que la ROSS desplegó todo su consabido esplendor. Hemos seguido de cerca la carrera de Pérez Floristán, desde aquel ya lejano concierto en la Sala Manuel García dentro del ciclo Jóvenes Intérpretes hasta esta ocasión, en la que a pesar de lo apuntado al principio, su sensibilidad, capacidad para acometer con ímpetu los pasajes más temperamentales, y su impoluta técnica, afloraron sin problema en este divertimento. Pero fue en las propinas, especialmente con la trascripción de Liszt de La muerte de Isolda de Wagner, un caballo de batalla para el joven pianista, con lo que brilló su estilo emocionado, entregado y sensible, con un excelente control de dinámicas y una enorme capacidad para comunicar toda la desesperación y melancolía inherente a la partitura.

Arming realizó una lectura musculosa de la 5ª Sinfonía de Tchaikovsky, prestando más atención a sus aspectos estéticos que a los puramente expresivos, con los que esta reflexión sobre la fatalidad del destino quedó algo deslucida. Su precioso y brahmsiano segundo movimiento no encontró en la trompa solista la emoción necesaria, mientras en general resurgió el fantasma de unos metales y maderas algo deficientes. El equilibrio para que la empresa finalmente no llegara al fracaso vino de la tersura de la cuerda y del entusiasmo de la batuta.

2 comentarios:

  1. antes de que se retirara el pianista, no tocó la banda sonora de Un Perro Andaluz?

    ayer fue mi primera vez en un concierto de música clásica y de la orquesta sinfónica de sevilla y aunque no son piezas que conocía de antes, me gustó mucho la experiencia.

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  2. Confieso que no reconocí la breve y agitada pieza con la que terminó su intervención Juan Pérez Floristán, pero a b. Me alegra mucho tu experiencia en el Maestranza, y ya sabes, a repetir. A buen seguro que no es lo que dices, pues esa película muda no tiene banda sonora salvo las que le ponen de pega cuando la emiten en televisión o proyectan en cine-clubes. Gracias por tu comentario.

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