miércoles, 29 de mayo de 2013

THE TRIP Una campiña para comérsela

Reino Unido 107 min.
Dirección Michael Winterbottom Fotografía Ben Smithard Intérpretes Steve Coogan, Rob Brydon, Paul Popplewell, Margo Stilley, Claire Keelan Estreno en España 24 mayo 2013

Surgido a raíz de una mini serie de televisión de seis capítulos, con el mismo director y protagonistas, que ya coincidieron en 24 Hour Party People y Tristram Shandy, The Trip (El viaje) disecciona con notable acierto la personalidad de sus dos casi exclusivos intérpretes, que se autointerpretan aunque no sabemos hasta qué punto. Steve Coogan y Rob Brydon son célebres cómicos en el Reino Unido, sin que su fama haya traspasado nuestras fronteras, como sí lo han hecho por ejemplo los Monty Python. Resulta por lo tanto difícil ser cómplices de sus formas y chistes. Ambos se embarcan en un viaje por el norte de Inglaterra con el fin de degustar la alta cocina de los hoteles y posadas más exclusivas y plasmarlo en la susodicha serie de televisión. Algo así como Un país para comérselo pero con estos dos en lugar de Juan Echanove e Imanol Arias. El ejercicio nos lleva por hermosos paisajes y encantadores lugares de descanso, mientras envidiamos paladear los suculentos platos que digieren sus dos carismáticos personajes, uno tan divo, seductor casi por obligación e inmaduro como Coogan, y el otro más sencillo y humilde, aunque ambos siempre en continua lucha dialéctica por ser el más ingenioso y el mejor imitador (Michael Caine, Sean Connery, Anthony Hopkins y otros entre los imitados). Realizada con cariño y mesura, y con un montaje acertado a la hora de combinar secuencias, se deja ver con agrado pero sin entusiasmo, mientras el resultado psicoanalítico se revela tópico y recurrente, no en vano sale más airoso de la operación el sencillo padre de familia (Brydon), mientras el soltero de oro (Coogan) parece más perdido emocionalmente. Típico mensaje conservador en torno a la pareja, la familia y el compromiso, hoy por hoy único vehículo posible para la estabilidad emocional, condenándose injustamente a quienes optan por la soledad como instrumento para la felicidad. Como banda sonora Winterbottom, cuyo cine no alcanza a dejarnos satisfechos entre tanta pretensión autorial, opta por reciclar algunos temas de Michael Nyman compuestos para otras películas como El libertino, El fin del romance o Wonderland, esta última también de Winterbottom, en reinterpretaciones del propio compositor al piano.

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