martes, 25 de noviembre de 2014

UN GESTO DESAFORTUNADO

Me ha costado unos días atreverme a escribir sobre este asunto. Toda persona que acaba de fallecer merece un respeto y una consideración que no estaba muy seguro de cumplir si vertía en este blog la opinión que me merecía el gesto que tuvo el pasado viernes 22 la dirección del Teatro de la Maestranza, coincidiendo con la inauguración de la temporada lírica y el estreno de Don Giovanni. Nos invitaron antes de la representación a guardar un minuto de silencio en memoria de la Duquesa de Alba, a lo que el público respondió poniéndose de pie. Es evidente que era una persona notoria; sus títulos y su permanente presencia en el mundo de la prensa rosa, con tanto peso en este desdichado país, lo ponen de manifiesto. Pero ¿cuáles son realmente los méritos de esta señora para que todo un teatro tuviera que rendir tal homenaje? En relación al mismo no nos consta que haya hecho nada de especial, ni grandes donaciones, ni ayudas de ningún tipo salvo ser abonada desde hace años, como muchos y muchas de quienes asisten fielmente a sus espectáculos. Podría ser quizás que por el mero hecho de ser aristócrata y muy popular algunas personas consideren que eso da notoriedad al coliseo y por lo tanto merezca tal reconocimiento: El honor de tener a alguien con más títulos que la Reina de Inglaterra entre su afición.

Es lo mismo que lo mucho que estos días se habla del papel de embajadora que desempeñó para nuestra ciudad. Nada más y nada menos que ochenta mil personas pasaron por la capilla ardiente que el Ayuntamiento colocó en el Salón Colón, con el dinero de todos los que vivimos aquí, estemos o no de acuerdo. Vestigios de un antiguo régimen de vergüenza y consternación, fecha de defunción incluida. Con los datos de que disponemos únicamente nos consta que exportara la misma rancia imagen de Sevilla de siempre, de folclore, feria y toros. Ella que tan moderna se consideraba no fue precisamente esa imagen de modernidad de Sevilla la que paseó por ninguna parte. Aquí disfrutó muchísimo de la ciudad y de sus políticos, siempre solícitos a hacerle la reverencia. Pintó, fue al cine (la vimos repetidamente en los circuitos de versión original), bailó, dio fiestas y celebraciones, y disfrutó en general de una ciudad que para eso y para rendirse a sus pies se pinta sola. Pero a la hora de la verdad siempre le ha dado la espalda en lo económico y cultural, salvo en lo que se refiere a su tan cacareada relación con la Hermandad de los Gitanos. Podría haber creado un buen museo, haber donado obras a los que ya existen (sólo en una ocasión "prestó" piezas de su inmenso catálogo al Bellas Artes, lo que se vendió como un acontecimiento merecedor de todos los agradecimientos posibles), o evitar que naufragasen algunas de las iniciativas culturales que ha ido despidiendo una ciudad sin presupuesto ni formación suficientes. No hará mucho la Fundación Casa de Alba cuando su agua suena tan poco.

En Andalucía ha seguido funcionando el caciquismo y el abuso que estos señores y señoras de la aristocracia rancia y trasnochada han infligido a sus supuestos súbditos. Mientras la Unión Europea le favorecía con ayudas y subvenciones millonarias para sus infinitos campos, herencia de un pasado de pillaje y usurpación, sus trabajadores han conocido todo tipo de privaciones y penurias. Hasta ahí es lo que sabemos. Y lo último es que sus herederos no tributarán por el impuesto de sucesiones en su queridísima ciudad, en relación a la ínfima parte de su riqueza que está sujeta a tributación, pues recordemos que su consideración como patrimonio histórico le exime de obligaciones con Hacienda. Se procuró en vida que lo hicieran en Madrid, donde tiene el domicilio fiscal, para así pagar un porcentaje muchísimo menor del que se paga aquí en Andalucía. Fiesta y jolgorio, disfrutar de la vida al máximo sin otra preocupación que mantener un patrimonio amasado a través del poder y el dominio ejercido sobre la pobre e ignorante gente de la tierra que tanto decía amar, y cuyos descendientes hoy le rinden pleitesía. No se trata de cortar cabezas, ni a ella ni a nadie; y mejor si tanto supo aprovechar los gozos que le brindó la vida; esa es la meta que deberíamos tener todas las personas, pero de ahí a ponernos de pie en su memoria, ¡venga ya!

2 comentarios:

  1. Ya sabes que te apoyo plenamente en esto, aunque en otro blog nos llaman maleducados, marxistas o (el colmo de lo despreciable, al parecer), zetaperistas. En fin..

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