viernes, 26 de febrero de 2016

EL ENCANTO DE LA MÚSICA PROGRAMÁTICA EN EL 9º CONCIERTO DE TEMPORADA DE LA ROSS

9º concierto de la 25ª temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de SevillaRachel Kolly D'Alba,violínAykut Köselerli, percusión. John AxelroddirectorPrograma: Grand Bazaar Op. 65 y Concierto para violín “1001 noches en el harén” de Fazil Say; Suites de Casablanca, de Max Steiner, Sahara y El Cid, de Miklós Rózsa, y Las aventuras de Indiana Jones, de John Williams. Teatro de la Maestranza, jueves 25 de febrero de 2016

Fazil Say
Muchos niños en grupo hubo en el último concierto de la Sinfónica, muy apropiado por su carácter amable y evocador, tan fascinante para unas sensibilidades por cultivar, perfecto para iniciarse en el gratificante mundo de la pasión por la música. En el programa obras directa e indirectamente cinematográficas, pues a las composiciones para ese medio de Steiner, Rózsa y Williams pudo añadirse una obra en estreno mundial y otra concertante del polifacético músico turco Fazil Say, de inspiración inequívocamente cinematográfica, y desde luego en cualquier caso programática. Ya conocíamos su faceta como pianista, electrizante y rigurosamente personal, tal como demostró el año pasado por estas mismas fechas en sus interpretaciones de Mozart y Debussy. Esta vez viene en calidad de compositor residente de la ROSS a ofrecernos en distintas entregas algunas de las obras que conforman su catálogo como autor.

Su música mal se aviene con lo que habitualmente entendemos como música contemporánea y que responde a unas directrices estéticas poco afines en general a lo que ofrecen los pentagramas de Say. Por el contrario fija más su atención en esa combinación de música exótica y occidental que es ya una tradición desde el propio Romanticismo, con compositores como Saint-Säens o Rimsky-Korsakov a la cabeza, sin olvidar las aproximaciones que ya antes hicieron otros como Haydn y Mozart, tal como pudo comprobarse en la anterior cita de la orquesta. Con todo lo que más evoca Grand Bazaar, una pieza escrita por encargo de Axelrod y la ROSS, y que tuvo en la noche del jueves su estreno mundial, son esas persecuciones del cine de acción moderno por las calles y monumentos de ciudades como Estambul, citando como ejemplos Skyfall o Venganza, y una estética musical muy próxima a la saga de, por ejemplo, Misión Imposible. Sin lugar a dudas la pieza ofreció unas impagables oportunidades para el lucimiento general de una orquesta entregada en grado máximo, apreciándose en sus rostros una implicación y una satisfacción como pocas veces han evidenciado. De mayor enjundia resulta el concierto para violín 1001 noches en el harén, una ilustración de los célebres cuentos a partir de siete mujeres distintas, lo que facilita continuos cambios de color y humor que la espléndida violinista suiza Rachel Kolly D'Alba, que ya nos sorprendió hace tres años también junto a la ROSS, aprovechó para hacer acopio de sus virtudes como excelente instrumentista a la vez que sensible artista, capaz de sobreagudos portentosos y pianissimi imposibles. Acompañada a la percusión por el joven Aykut Köselerli, extrayendo del kudum y el darbuka sonoridades no sólo exóticas sino también altamente estimulantes. En la propina, la Danza Rústica de la Sonata nº 5 de Ysaye, D'Alba volvió a demostrar que no sólo es una virtuosa de primera sino además una artista de exquisita expresividad.

Rachel Kolly D'Alba
En la segunda parte la orquesta se reencontró con la música de cine que tan bien aborda, esta vez frente a partituras de grandes compositores del cine clásico y el más admirado y seguido de los actuales. La suite de Casablanca de Max Steiner, que ya sonó en los atriles de la Sinfónica en el 2000, arrancó algo descompasada pero rápidamente cogió fuelle y lirismo para acabar resultando emocionante. Apabullante la interpretación de la larga suite de Sahara, otro film de Bogart ambientado en escenarios exóticos durante la 2ª Guerra Mundial, y en la que las fanfarrias de Miklós Rózsa compiten con el lirismo heroico de una cuerda envolvente. Imponentes y abigarradas fueron la Obertura y el Entreacto de El Cid, a pesar de una percusión excesiva y la tendencia de Axelrod a saturar en decibelios los pasajes más espectaculares. En el exquisito tema de amor de la misma película se apreció la facilidad de la batuta para potenciar el vuelo lírico, mientras el concertino Paçalin Zef Pavaci exhibió preciosismo, con un sonido sin embargo algo canijo, en los solos. Modélica la pieza Swashbuckler extraída de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, y revelador el tema de Marion, un desarrollo inédito del tema de amor de En busca del arca perdida recuperado en esa cuarta entrega de las aventuras del famoso arqueólogo, que sólo suena en ambas películas integrado en otros temas y en los títulos finales, pero nunca así como pieza de concierto, ahora incluida en una suite preparada por el propio John Williams con los temas más característicos de la saga. La famosa marcha principal de nuevo recargada aunque poderosa, cerró el concierto para abrir paso a un merecido homenaje a Richard Eade, violonchelista de la orquesta que se jubila tras este noveno concierto de temporada y al que sus compañeros y compañeras de familia instrumental le ofrecieron una contundente Fuga y Misterio de Piazzola. Axelrod se sumó al homenaje sin complejos, como buen americano, nombrándole caballero con una espada láser al son de Que la fuerza te acompañe para de seguido dirigir un Salón del trono y Títulos finales de La guerra de las galaxias igualmente poderoso, de tempi rápidos y resolución ágil y vibrante.

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