martes, 9 de febrero de 2016

UN BARBERO CON MUCHO SALERO

El barbero de Sevilla, de Gioacchino Rossini. Libreto de Cesare Sterbini. Giuseppe Finzi, dirección musical. José Luis Castro, dirección escénica. Carmen Laffón, Juan Suárez, Ana María Abascal y Jacobo Cortines, escenografía, vestuario y asesoramiento literario e histórico. Juan Manuel Guerra, iluminación. Intérpretes: Davide Luciano, Michele Angelini, Marina Comparato, Renato Girolami, Dmitry Ulyanov, David Lagares, Susana Cordón, Jorge de la Rosa, Antonio Andrés Lapeña. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Producción del Teatro de la Maestranza. Teatro de la Maestranza, lunes 8 de febrero de 2016

20 años del Coro de Amigos del Maestranza
Funciones de ópera como ésta no pueden más que generar afición. Cuando todo funciona tan o casi tan bien, en el aspecto musical y en el estrictamente teatral, la empresa está inequívocamente llamada al éxito. No logro recordar la impresión que me causó esta producción del Maestranza cuando la vi en su primera reposición, apenas un año después de su estreno absoluto, en marzo de 1998. No fue con las míticas voces de Nucci y Raimondi que acompañaron a tan sonado estreno, pero fue la misma propuesta saludada casi por unanimidad como la producción de ópera ambientada en Sevilla más fiel a la ciudad y su idiosincrasia, incluida esa admiración absoluta por la luz que tanto se asemejaba a la que podemos disfrutar en estas latitudes de la península ibérica, y que sin duda debió ser influencia directa de su escenógrafa Carmen Laffon, conocida como la pintora de la luz. Pero no logro recordar que me causara una honda impresión más allá que la que provocan las cosas bonitas.

Niente "freddo" ne anche "immobile"
El carácter detallista de sus decorados y vestuario, rigurosos e históricamente documentados, hacía presagiar pocas esperanzas habida cuenta el carácter eminentemente bufo de este título rossiniano, lo que parece case mejor con vestuarios grotescos y escenarios conceptuales, al extremo opuesto de la oferta de Castro y Laffón. Tampoco convencía a priori la razón de recrear Sevilla como era en aquella época, dado que ambientar óperas en nuestra ciudad debía ser más una licencia exótica que estrictamente argumental. Sin embargo una dirección escénica modélica, divertida, ágil y jubilosa pero sin estridencias fuera de lugar, y la complicidad total de un reparto en estado de gracia obró el milagro y finalmente podemos saludar ésta como una producción lírica modélica y memorable, ejemplo claro de que teatro clásico no necesariamente tiene que ser rancio. Es posible que en este tiempo alejado del teatro que dirigió durante sus primeros años de recorrido, José Luis Castro haya perfeccionado su oficio y lo que entonces no me encandiló ahora me haya provocado una felicidad considerable que continúa extendiéndose varias horas después de abandonar la sala. La razón, más allá del preciosismo escénico y su excelente iluminación – la de la habitación de música del segundo acto es exacta a la que entra por nuestras ventanas a primeras horas de una mañana primaveral –, tenemos que encontrarla en esa extraordinaria dirección escénica en la que todos los elementos de la gran comedia encajan a la perfección y todos los intérpretes se sintieron inequívocamente involucrados hasta las cejas, sin olvidar su magnífico acabado musical.

Una "stanza" muy informada históricamente
Desde un foso más elevado y por lo tanto más visible de lo habitual, Giuseppe Finzi imprimió de energía y vitalidad la inmejorable partitura de Rossini, con staccati firmes y decididos y crescendi apabullantes en un contexto en el que la orquesta respondió a la perfección, sin fisuras de ningún tipo, y lo que es mejor, sin caer nunca en el mal gusto ni el esperpento. Algo extensible al buen hacer canoro del reparto en general, aunque en algunos pasajes los instrumentos afectaron a la proyección de Michele Angelini, un Almaviva/Lindoro divertido y desenfadado, con agilidades vocales considerables y un exquisito y sorprendente gusto para modular, pero que evidenció menos volumen del conveniente. Como se optó por una edición crítica más larga que la más común, Angelini sorprendió casi al final con Ah il piú lieto!, cuya música está directamente extraída de La Cenerentola. Davide Luciano puede que no entonara un Largo al factotum memorable, pero su descaro y chulería sumadas a un poderoso torrente vocal hicieron de él un sensacional Fígaro, desplegando incluso su habilidad para fandanguear a la guitarra en una de las serenatas del primer acto. Marina Comparato comenzó acusando demasiado vibrato, como se apreció en Una voce poco fa, algo que corrigió rápidamente para que ya sólo primara su dominio de la coloratura, su timbre sedoso y su incansable energía.

Detalle del ensayo
De izquierda a derecha Comparato, Luciano, Angelini y Girolami
Renato Girolami encarnó con nobleza el objeto de las burlas de todo el elenco, luciendo un ejemplar fraseo y una indiscutible vis cómica, aunque entonara con pudor su trabalenguas en A un dottore della mia sorte. Dmitry Ulyanov, al que nos hemos acostumbrado a ver en papeles más siniestros, demostró una enorme versatilidad encarando a Don Basilio con evidente dosis de sorna y ese poderoso timbre que le caracteriza, brillando en su aria de lucimiento, la de la calumnia. En papeles secundarios también destacaron Susana Cordón, impecable en su aria de Berta, el joven onubense David Lagares, al que deseamos se le vayan confiando poco a poco más papeles de enjundia, y el bajo Jorge de la Rosa, integrante de la plantilla de un coro que ha celebrado así de bien su veinte cumpleaños, y que como siempre estuvo estupendo, aunque fuera precisamente en los cuadros de gentío donde la dirección escénica de Castro flaqueara un poco. Ahora quizás convendría revisar Las bodas de Fígaro que produjo también el Maestranza a las órdenes de Castro un par de temporadas después, y completar así con sello hispalense las dos de tres partes que Beaumarchais dedicó al barbero sevillano embrollón y bravucón.

2 comentarios:

  1. Es al revés: la música de "Ah il più lieto" fue adaptada un año después para el "Non più mesta" de La Cenrentola

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  2. Es lógico cronológicamente. Gracias Andrés por la aclaración

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