domingo, 7 de febrero de 2016

EL ESMOQUIN DE PABLO IGLESIAS EN LOS GOYA

Acostumbrados a verle con una indumentaria absolutamente informal, incluso cuando acude a reuniones con el Rey, a todos y todas nos sorprendió ver al líder de Podemos vestir esmoquin y pajarita en la gala de entrega de los premios de la Academia del Cine Español. Pero mientras la mayoría lo critica como siempre, considerándolo paradójico en alguien que se salta el protocolo con la Constitución, el monarca y las demás instituciones del Estado, otros lo vemos como una rendición de pleitesía a la cultura española, tan denostada y hasta ultrajada por quienes nos han gobernado durante los últimos cuatro años. Iglesias supo poner en valor, expresión tan de uso común en los últimos tiempos, la cultura española, y le prestó la categoría que merece, no como quienes dentro del propio negocio prefieren exhibir falsa progresía a toda costa, traducida en indumentarias a veces tan informales que más bien son de mal gusto. Bravo por Iglesias, un gesto de respeto hacia el cine que ni siquiera otros que viven de él, como Luis Tosar, tuvieron el talento de reproducir. Éste en concreto aseguró en la alfombra roja desconocer las veces que ha sido nominado o ganado el Goya, ¿se lo pueden creer? Yo no. Y no contento, volvió a exhibir desprecio en la ceremonia, quizás alarde de falsa humildad, asegurando que sus tres, porque son tres, Goyas los tiene en casa de su madre.

Es cierto que Rovira, otra vez brillante como maestro de ceremonias, se quejó de que ninguno de los candidatos a presidente del gobierno - todos menos Rajoy presentes en el evento - hubiera dedicado apenas espacio a la cultura en sus programas electorales. Pero su presencia y el respeto ofrecido al cine español sirvieron para paliar esa deficiencia, más en el caso de Iglesias, un gesto sobresaliente por insólito y talentoso. Por lo demás la gala transcurrió ágil y enérgica, más para quienes estamos familiarizados con las películas y cineastas convocados, con un Dani Rovira excelente, momentos emotivos, un incesante desfile de gente exhibiendo su respeto a la siempre quejosa industria cinematográfica española, aunque algunos se sigan dando mucho bombo en cuanto al esfuerzo desplegado para sacar adelante sus proyectos, y presencias de enorme categoría que dieron al 30ª aniversario de los premios un sabor muy especial. Entre los asistentes nada más y nada menos que Penélope Cruz, Tim Robbins, Mario Vargas Llosa, Ricardo Darín, Javier Bardem y Juliette Binoche; si hasta vino el productor de Mustang a recoger el premio a la mejor película europea, por fin no tuvo que hacerlo el distribuidor español. La fiesta del cine merece glamour y así lo supo entender Pablo Iglesias. Seguro que el guaperas y presumido Pedro Sánchez se arrepintió de no llevar al menos corbata; se coló subestimando a la gente del cine.

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