sábado, 28 de octubre de 2017

EL SECRETO DE MARROWBONE El ojo mentiroso

España 2017 109 min.
Guión y dirección Sergio G. Sánchez Fotografía Xavi Giménez Música Fernando Velázquez Intérpretes George MacKay, Anya Taylor-Joy, Charlie Heaton, Mia Goth, Matthew Stagg, Kyle Soller, Nicola Harrison, Tom Fisher Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2017; en salas comerciales 27 octubre 2017

En el film de Jack Clayton A las nueve de cada noche, varios hermanos enterraban a su madre fallecida y simulaban que aún vivía para no ser separados y enviados a varios orfanatos. Con idéntico punto de partida se presenta el ambicioso debut en la dirección de largometrajes de Sergio G. Sánchez, aunque deriva hacia una vorágine de seudoterror, thriller y drama romántico en el que los giros argumentales se sostienen en elipsis y mentiras. El guionistas de las exitosas El orfanato y Lo imposible, y perpetrador de las catastróficas adaptaciones de Fin de David Monteagudo y Palmeras en la nieve de Luz Gabás, se estrena de la mano de la poderosa Mediaset, empeñada en producir cine de supuesta categoría, dispuesto a reventar taquillas y con la ambición puesta en el mercado internacional, para lo que no duda en rodar en inglés. Con Amenábar y Shyamalan como referentes, Sánchez se entrega a una atmósfera a lo Henry James para contarnos un drama familiar impulsado por un guión forzado, que apenas sabe maquillar sus imposturas y que le sirve para, eso sí, generar algunas situaciones inquietantes. Aunque el referente más inmediato que se nos ocurre es el de la cinta de Peter Yates El ojo mentiroso, simplemente porque el título le viene que ni pintado. El conjunto se resiente de una extrañeza general que sólo se explica cuando una serie de trampas que se quieren disimular con la simbología de los espejos, se resuelven para arrojar algo de luz, no muy convincente, sobre la materia. Quizás en todo ello la participación de Anya Taylor-Joy no sea casual, mientras George McKay (Captain Fantastic, Pride, Amanecer en Edimburgo) se esfuerza por resultar convincente en un papel que al menos aborda con cierta contención. Rodada en bellos paisajes asturianos, con una bella fotografía y una competente aunque omnipresente partitura musical, Marrowbone podría haber sido mejor película si además de cuidar sus detalles artísticos y estéticos, así como su ritmo narrativo, se hubiese pulido un guión lastrado por el camino fácil y convencional.

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