lunes, 22 de enero de 2018

120 PULSACIONES POR MINUTO Por la lucha, el amor y la vida; contra la enfermedad y el sistema

Título original: 120 battements par minute
Francia 2017 143 min.
Dirección Robin Campillo Guión Robin Campillo y Philippe Mangeot Fotografía Jeanne Lapoirie Música Arnaud Rebotini Intérpretes Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois, Adèle Haenel, Antoine Reinartz, Ariel Borenstein, Félix Maritaud, Aloise Sauvage, Simon Bougarde, Médhi Touré, Simon Guélat, Coralie Russier, Catherine Vinatier, Théophile Ray, Saadia Bentaïeb Estreno en el Festival de Cannes 20 mayo 2017; en Francia 23 agosto 2017; en España 19 enero 2018

En todas las épocas han existido comunidades que no han interesado a la sociedad, y que en la mayoría de los casos han tenido que luchar para reivindicar sus derechos y su posición. Hoy poco interesan los inmigrantes que mueren en el mar, o los refugiados que perecen por frío o hambre, incluso hay categorías en cuanto a las víctimas de los atentados terroristas o las catástrofes naturales. Pero han existido siempre, antes incluso era el pueblo en general, que sólo interesaba a la clase gobernante como fuente de ingresos, claro que esto todavía es así, aunque se disfrace de hipocresía para atrapar votos y hacernos creer que vivimos en una sociedad de bienestar y opulencia. Hay grupos directamente marginados, y los enfermos de sida lo fueron durante mucho tiempo, el que se llevó por delante a millones de jóvenes en todo el Mundo. Asociada en un primer momento a homosexuales, putas y drogadictos, no fue difícil marginarlos hasta la demonización como si de un castigo divino se tratara, dejándolos morir aunque científicamente se encontraran remedios eficaces para paliar sus efectos, ocultos o demorados para jugar con el triunfo cuando fuera más conveniente. Lógicamente esto provocó una marea de rechazos e indignación, y algunos países lideraron una cruzada que devolviera la dignidad y la vida a quienes sufrieron esta plaga del siglo XX. Act Up nació en Estados Unidos y pronto se extendió por otros países para luchar contra gobiernos y farmacéuticas que encontraron en la tragedia un filón con el que llenar egos y bolsillos. Su lucha en la vecina Francia constituye el eje sobre el que se articula esta interesante película del director de origen marroquí Robin Campillo. Pero igual que en Eastern Boys parecía mirar con recelo a los jóvenes inmigrantes del este que se aprovechaban de gays maduros en países ricos, aquí no hace concesiones a la hora de reflejar algunas violentas y contraproducentes conductas de los activistas; dicen que vivió en primera persona esta gesta antisistema, así que sabrá lo que quiere plasmar en una película que en cualquier caso encontramos válida pero con considerables errores. Y es que aunque estructurada en tres perceptibles partes, la lucha, el romance y la enfermedad, se nos antoja demasiado larga, más teniendo en cuenta que hay mucha información que se nos ahorra y que podría haber sido relevante para conocer mejor el problema y redondear la tendencia al documental que arroja el conjunto. Son también demasiados sus diálogos, muchos de ellos inútiles o superfluos para enmarcar la historia, mientras su patético final parece diseñado para la emoción ineludible, y por supuesto que lo consigue. Pero hay muchos valores en esta película, como su mérito pedagógico o las frescas interpretaciones, especialmente de un vitalista y carismático Nahuel Pérez Biscayart, de origen argentino, del apuesto Arnaud Valois, con quien protagoniza una hermosa historia de amor y sincero compañerismo, y de Adèle Haenel, aquella Chica desconocida de los Dardenne, que aporta la visibilidad femenina en esta historia fundamentalmente de gays masculinos. Entre sus numerosos hallazgos destacamos las secuencias de discoteca que parecen funcionar como interludios en los que brilla la vitalidad, la energía y las ganas de vivir del grupo protagonista, esa vida que constituye el derecho más fundamental que tenemos y que tanto se vulnera sin contemplación, mientras otras cuestiones protegidas por nuestras constituciones parecen sagradas e inamovibles. Fue Gran Premio del Jurado en Cannes y mejor montaje en los Premios Europeos del Cine.

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