viernes, 19 de enero de 2018

DANIEL HOPE Y LA ROSS POR DERROTEROS DIONISÍACOS

5º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Daniel Hope, violín. John Axelrod, dirección. Programa: Serenata “sobre el simposio de Platón”, de Bernstein; Obertura de “Las ruinas de Atenas” Op.113, de Beethoven; Sinfonía nº 22 “El filósofo”, de Haydn. Teatro de la Maestranza, jueves 18 de enero de 2018

Alivia comprobar cómo vuelven a nuestros escenarios nombres populares de la interpretación musical. Daniel Hope es hoy en día uno de los violinistas más mediáticos y admirados sobre todo por el público joven, y en tan sólo unas horas disfrutaremos en el Maestranza de las mezzos Vivica Genaux y Ann Hallenberg junto al reputado Diego Fasolis y la Barroca. Pero la característica principal de este primer concierto de abono del año de la Sinfónica fue el hecho de arrancar el generoso tributo que nuestra orquesta le brindará a lo largo de la temporada a Leonard Bernstein en el centenario de su nacimiento. Una lógica iniciativa del director titular, John Axelrod, que fue alumno, amigo, admirador y colaborador del músico norteamericano. Habitualmente su música, al margen de la que compuso para la escena, se tilda de mediocre, no así su trabajo como director, aunque esto también le costó demostrarlo en vida.

La Serenata para violín es una pieza mucho más interesante de lo que en principio pudiera parecer. Según su autor se trata de “una suite de extrañas proporciones”, sin embargo algunos la consideran cumbre de la música de concierto para violín del siglo XX, junto a Prokofiev o Stravinsky. Aunque Bernstein se empeñara en potenciar su naturaleza programática, lo cierto es que su carácter ecléctico y ambiguo sugiere una gran variedad de sensaciones, más allá de ilustrar El banquete de Platón en el que se inspira. Hope supo adaptarse con técnica y versatilidad a sus numerosos resortes y registros, ofreciendo en todo momento un sonido terso y aterciopelado, incluso en los momentos más ásperos e incisivos. Sobrado de técnica y virtuosismo, su discurso deambuló obsesivamente por derroteros dionisíacos, no siempre adecuados a sus interesantes sonoridades y sorprendentes ritmos. Aún así construyó junto a Axelrod y una sugerente y sensual cuerda, una serenata limpia y coherente, resultando conmovedor e intenso en el adagio Agathon, ágil y centelleante en el breve presto Erixímaco, hasta llegar al opulento movimiento final, donde son más evidentes los rasgos característicos de su autor y se perciben con claridad influencias de sus ballets Facsimile y Fancy Free, con un trabajo notable de la orquesta y del violín solista, un Daniel Hope que se despachó a gusto en la propina con una filigrana barroca alemana.

El Clasicismo dominó una segunda parte en la que, prosiguiendo con el carácter filosófico de la velada, se evocó a Sócrates a través de la obertura de la música incidental de Beethoven para Las ruinas de Atenas, ofrecida con encanto e insistencia en la belleza del sonido por encima de su impacto y expresividad. También en la Sinfonía El filósofo de Haydn, particular por la inversión de sus movimientos y la sustitución de los oboes por cornos ingleses, se potenció la estética apolínea, con un resultado muy estimulante en el adagio inicial, de ritmo muy marcado, seductor y contagioso.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 19 de enero de 2018

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