lunes, 22 de enero de 2018

TRANSICIONES ROMÁNTICAS EN EL 5º CONCIERTO DE CÁMARA DE LA ROSS

5º concierto del XXVIII ciclo de música de cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Óscar Martín, piano. Claudio R. Baraviera, violonchelo. Vicent Morelló Broseta, flauta. Programa: Tríos para piano, violonchelo y flauta en Re mayor Hob. XV:16, de Haydn; en Sol menor Op. 63, de Weber; y en Re menor Op. 49, de Mendelssohn.
Espacio Turina, domingo 21 de enero de 2018

Morelló, Martín y Baraviera de izquierda a derecha
Tres importantes tríos del Clasicismo en transición al Romanticismo ocuparon el quinto programa del ciclo de música de cámara de la ROSS. Dos de ellos concebidos originalmente para piano, violín y violonchelo, y sólo un tercero compuesto para flauta en lugar del violín. En conjunto resultó una audición competente y agradable, servida con oficio y buen talante, a veces con más implicación, otras de manera algo rutinaria, según qué intérprete, pero procurando en todo momento que la conjunción de instrumentos fuera satisfactoria, el sonido resultara suficientemente empastado y la sensación dejada en el oyente le permitiese viajar del más complaciente y amable Haydn al más tumultuoso Mendelssohn, pasando por un muy elocuente y evocador Carl Maria von Weber.

El más brillante de los trece tríos que Haydn compuso entre 1784 y 1790, de cierta inspiración mozartiana, contó con una interpretación ajustada, acaso poco comprometida pero en cualquier caso compenetrada. El andantino, impregnado del espíritu de la variación, fue quizás el movimiento más satisfactorio dentro de una interpretación algo rutinaria aunque henchida de júbilo y ligereza, e impecable a nivel técnico. La parte de flauta sustituyendo al original violín supuso un mayor grado de ingenuidad en el conjunto, lo que no ocurrió en el trío de Weber, concebido para esta particular formación, y que logró resultados notables en su allegro inicial, cuyos matices melancólicos y románticos fueron muy bien traducidos en el violonchelo de Baraviera y el expresivo pianismo de Martín. Morelló sonó virtuoso en el scherzo, cuyos aires campesinos fueron perfectamente transmitidos. Quizás faltó al andante central, el Lamento del pastor, una mayor intensidad melancólica; brillante fue sin embargo el intercambio de voces entre una fogosa flauta y un chelo lírico y expresivo en el allegro final.

El aliento romántico se apropió definitivamente de los intérpretes en el trío de Mendelssohn, con protagonismo absoluto, a veces avasallador, del piano, motivado quizás por la confesa admiración de Martín por la página en cuestión; mientras, sus compañeros quedaron relegados a un segundo plano, dentro de un conjunto apasionado, incluso desmelenado por parte sobretodo del pianista, que estuvo a la altura en su exquisito andante en forma de lied, con un toque patético y una brillante formulación del espíritu fantástico en el scherzo y su apasionada conclusión.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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