lunes, 30 de abril de 2018

VOCES CRUZADAS EN EL 8º CONCIERTO DE CÁMARA DE LA ROSS

8º concierto del XXVIII ciclo de música de cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Quinteto de Viento Ábrego: Toni Hervás Borrull, flauta; Héctor Herrero Canet, oboe; José Luis Fernández Sánchez, clarinete; Ramiro García Martín, fagot; Ángel Lasheras Torres, trompa. Programa: Candide Overture, de Bernstein; Summer Music, de Barber; Woodwind Quintet, de Carter; Belle Epoque en Sud-América, de Medaglia. Espacio Turina, domingo 29 de abril de 2018

La noche Bernstein del sábado tuvo su prolongación el domingo por la mañana con el ciclo de cámara de la ROSS en el Espacio Turina. Arropado por otros dos reconocidos compositores norteamericanos y uno menos célebre brasileño, y con el pretexto de cruzar América (sólo relativamente), el Quinteto Ábrego, nombre bajo el que se agrupan cinco destacados intérpretes de la Sinfónica y que hace referencia a un viento típico de Andalucía que trae temporales en otoño y esta rara estación en la que estamos, nos brindó una serie de interesantes piezas, aumentando así el número de obras raramente interpretadas a las que estos conciertos tan bien nos acercan. Un trabajo ejemplar para el que en ocasiones se ofrecen versiones adaptadas al conjunto de instrumentos convocados, y otras como ésta se ajustan perfectamente a la plantilla.

Una de las obras de Bernstein más programadas, la obertura de la ópera Candide, se ofreció en versión adaptada por el trompista Ángel Lasheras, que logró un trabajo satisfactorio, capaz de transmitir con sólo cinco instrumentos todo el universo de sensaciones que provoca esta festiva página orquestal, si bien echamos en falta algo más de empuje y decisión en el fascinante crescendo que casi le pone punto y final. Las interpretaciones vinieron acompañadas de explicaciones de los músicos, no muy acertadas en forma y contenido en el caso del por otro lado simpático clarinetista José Luis Fernández, mejor en la segunda parte en manos del flautista Toni Hervás, y es que la retórica sigue siendo una de tantas asignaturas pendientes en nuestro país. Aún así hay que agradecer que esta vez se atrevieran a hablar ante el público. Tampoco nos pareció acertada la brevísima duración del concierto, decepcionante para quienes adquieren su entrada, y con un innecesario intermedio que casi duró más que cualquiera de las dos partes en las que se dividió. Los aires pastorales de la Música de Verano de Samuel Barber quedaron bien reflejados en una meticulosa aunque algo fría interpretación, más anclada en el lirismo que en la energía contrapuntística de algunos de sus pasajes. De cualquier manera quedó patente el dominio técnico de los músicos, con especial hincapié en el control y la presencia de la trompa y el aire de fluida conversación que otorgaron al conjunto.

Con el Quinteto de Viento de Elliot Carter la meta era lograr un gran fluido rítmico y que cada instrumento abordara por separado sus cometidos y líneas melódicas sin que el conjunto se resintiera de cierto desorden o anarquía, y cierto que la alcanzaron. Más convencional y amable fue el Belle Epoque de Julio Medaglia compuesto para el Bläserquintett de la Filarmónica de Berlín, destacando el aire relajado y desenfadado del Ensoñador paseo por el lago Attersee a ritmo casi de vals, y sobre todo el febril trabajo del clarinetista en el chorinho final a lo tico tico.

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