jueves, 1 de noviembre de 2018

LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA El dolor de la guerra transformado en un cuento almibarado

Título original: The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society
Reino Unido 2018 124 min.
Dirección Mike Newell Guión Thomas Bezucha y Don Roos, según la novela de Annie Barrows y Mary Ann Shaffer Fotografía Zac Nicholson Música Alexandra Harwood Intérpretes Lily James, Michiel Huisman, Glen Powell, Jessica Brown Findlay, Matthew Goode, Tom Courtenay, Penelope Wilton, Katherine Parkinson, Kit Connor, Florence Keen, Bronagh Gallagher, Marek Oravec Estreno en Reino Unido 20 abril 2018; en España 26 octubre 2018

Tras cuatro años sin dirigir, Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral, Donnie Brasco) se asoma de nuevo, con la superficialidad que suele hacerlo, al mundo de la literatura, tras adaptar clásicos como Grandes esperanzas o contemporáneos como El amor en tiempos de cólera o Harry Potter y el cáliz de fuego. Por supuesto lo hace con buena caligrafía pero exceso de melaza. Lo que se promociona como una amable comedia sobre los entresijos de una peculiar sociedad literaria, no es más que un melodrama bélico y romántico en el que una serie de personajes se unen para paliar los efectos de una tragedia humana, la que se organiza en torno a una de sus bienhechoras y un oficial alemán perteneciente al destacamento que invade su hermosa y tranquila villa británica, de esas en las que todo es encanto y color, y el olor de los cerdos se convierte en aroma de pastel. Quedan avisados, ni es comedia, aunque contenga trazos de ella, ni un canto de amor a la literatura como método de escape de la cruda realidad ni puerta a un mundo de imaginación, cultura y creatividad. En ese entorno casi de cuento infantil irrumpirá una joven escritora que también arrastra un trauma bélico y que, cual ángel de la guarda, consolará a los dolidos integrantes del club y encontrará algún que otro remedio para paliar su dolor, a la vez que encontrará en ellos la familia que ha perdido. Todo muy previsible y edulcorado, se deja ver por supuesto pero con esa sensación de no aprender ni enriquecerse con nada. Una fotografía luminosa y una música almibarada acaba de rematar el juego, que encuentra en sus intérpretes su mejor baza, aunque Newell no sepa sacar suficiente partido de ellos. Lily James, que fue Cenicienta y Meryl Streep en años mozos en Mamma Mia 2, basa su encanto en muecas y monerías, mientras el resto se conforma con estar presentes, acentuando su porte rústico (Michiel Huisman de Adaline), triunfador (Glen Powell de Todos queremos algo) o aristocrático (Matthew Goode de Un hombre soltero), para dar aspecto de Corin Tellado al asunto. Los demás se limitan a encarnar a los encantadores habitantes de una población unida e idílica, en un tono que lo invade todo y hace del conjunto una ñoñería considerable.

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