miércoles, 28 de noviembre de 2018

A LA SOMBRA DE KENNEDY Y a la de cualquier otra película de presidentes norteamericanos

Título original: LBJ: Lyndon B. Johnson
USA 2016 98 min.
Dirección Rob Reiner Guión Joey Hartstone Fotografía Barry Markowitz Música Marc Shaiman Intérpretes Woody Harrelson, Michael Stahl-David, Jennifer Jason Leigh, Bill Pullman, Richard Jenkins, Jeffrey Donovan, C. Thomas Howell, John Burke Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2016; en Estados Unidos 3 noviembre 2017; en España 23 noviembre 2018

Es curioso que a pesar del fracaso de esta semblanza del trigésimo sexto presidente de Estados Unidos, su director haya decidido contar con el mismo guionista y protagonista en su última película, Shock & Wave, que cuenta también una historia presidencial, en este caso la investigación periodística que puso en entredicho las motivaciones reales del presidente Bush para bombardear Irak en 2003. Una cinta que también está tardando en estrenarse en nuestro país, lo que deja en mal lugar a quien dirigiera en los ochenta y noventa del siglo pasado películas de tanto éxito como Cuenta conmigo, La princesa prometida, Cuando Harry encontró a Sally y Misery, y cuya suerte empezó a declinar a partir precisamente de otra historia ambientada en la Casa Blanca, aunque de corte romántico, El presidente y Miss Wade. Ahora Reiner nos cuenta las escuetas horas que transcurrieron entre el asesinato de Kennedy y el juramento de Johnson como presidente del país a bordo del Air Force One. Naturalmente este periplo está salpicado de flashbacks que demuestran el papel preponderante del vicepresidente en la política de Kennedy, incluida su influencia en la Ley de Derechos Civiles impulsada para lograr igualdad entre negros y blancos, y que fue definitivamente aprobada durante su mandato. También su permanente confrontación con Bob Kennedy es objeto fundamental de este retrato parcial, aseado, académico pero frío y poco atractivo, nada apasionante, en el que Woody Harrelson se esfuerza en hacer una interpretación correcta y comedida. Apenas sobresale el vocabulario soez del personaje, al que Harrelson apenas se parece a pesar de soportar una buena cantidad de maquillaje, como Jennifer Jason Leigh dando vida a su esposa, irreconocible bajo tanta máscara. El film apenas acierta a cumplir tan siquiera su vocación de entretenimiento, y queda sólo como otro vestigio más de la historia del país que más y mejor se vende, procurando por otro lado reivindicar la figura de un presidente que funcionó primero a la sombra del más famoso y mediático de los que ha tenido Norteamérica, y luego bajo su propio mandato, renovado con las elecciones presidenciales de 1964, un período que no se trata en este film.

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