viernes, 25 de septiembre de 2020

ENTRAÑABLE MONSIEUR PLASSON

Ciclo de Otoño de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Michel Plasson, director. Programa: Pélleas et Mélisande, Op. 80 (Suite), de Fauré; Sinfonía en Re mayor, de Gounod; Ma mère l’Oye, de Ravel. Teatro de la Maestranza, jueves 24 de septiembre de 2020

Terminó el ciclo de precalentamiento de la Sinfónica y comenzó por fin la temporada de conciertos, en esta ocasión dividida en dos ciclos, el que se celebrará en otoño con todas las medidas de seguridad posibles, y el que tendrá lugar a partir de enero, previsiblemente con las medidas relajadas, para celebrar el treinta aniversario de la orquesta. Ayer por lo tanto fue tarde de reencuentros entre la afición, ésta con la orquesta y con el personal del Maestranza, día enrarecido por esa indescriptible tristeza que lo inunda todo, pero con la ilusión y la esperanza de que nada impida el normal desarrollo de eso que tanto nos gusta y complace, la buena música en directo. Y así fue sin duda la que nos brindó el veterano Michel Plasson en su enésima comparecencia ante la orquesta hispalense, entre programas de abono y óperas. Sorprende sin embargo que optara para la ocasión por el mismo programa con el que celebró entre nosotros su ochenta cumpleaños, allá por octubre de 2013, aunque entonces añadió Juego de niños de Bizet. En apenas una semana la ROSS ha repetido programa dos veces, la pasada con las Cuatro Estaciones de Vivaldi y Piazzola bajo la dirección de Éric Crambes y ahora con esta selección francesa a cargo de un especialista entrañable.

Un repertorio muy apreciado

Plasson enmarcó la primera de las tres sinfonías de Gounod, una pieza que debe gustarle especialmente dada su poca enjundia y escasa divulgación y sin embargo nuestra orquesta ya la ha interpretado al menos dos veces, ambas bajo su batuta, entre dos máximos exponentes de la música del país vecino de principios del siglo XX, con estéticas parecidas, entre amables y ensoñadoras. De la música incidental para Pélleas y Mélisande de Maeterlinck que Fauré compuso precipitadamente, para más tarde sustituir la orquestación de su alumno Charles Koechlin por la suya propia, más afín a la atmósfera que desprendía la obra, cuando la convirtió en suite, Plasson dirigió sus cuatro piezas, sin la Canción de Mélisande, un añadido para voz generalmente de mezzosoprano, con extremo detalle por el ritmo y los matices, un cuidado exquisito por las texturas  y un amplio sentido nostálgico traducido en suma delicadeza, colorido y serenidad, sin descuidar los aspectos trágicos de esta maravillosa partitura.

También la Sinfonía de Gounod podemos considerarla música incidental, por cuanto sirvió para un ballet que se representó en la Ópera de París pocos años después de su composición en 1855. Tras atacarla con sentido del ritmo y considerable brío y energía, atento también a cada detalle y destacando cada plano sonoro, a todo lo cual la orquesta se plegó en grado muy satisfactorio, como rindiendo merecida pleitesía a un director que tan bien parece comprenderles y con quien han compartido páginas brillantes de su historia, Plasson ofreció una versión preciosista y encantadora de Mi madre la oca, prodigio de orquestación del propio Ravel, de la que siempre se interpreta su suite, despreciando el ballet completo que el autor articuló unos años después, añadiendo un preludio, una escena y varios interludios, además de modificar el orden de las escenas restantes. Una pieza que apenas dobla la suite de solo quince minutos de duración, y que aumenta la capacidad de fascinación de una pieza ya de por sí bastante evocadora. Plasson, sin partitura en todo momento y con las ideas muy claras, además de una proverbial capacidad de resistencia, imprimió magia y misterio en la Pavana de la Bella Durmiente, una atmósfera pastoril y delicada en Pulgarcito, sentimiento amoroso en el Diálogo de la Bella y la Bestia, seducción y viveza en La emperatriz de las pagodas, y emoción deslumbrante en El jardín mágico final. Su amabilidad en los gestos finales, ampliamente respondido por un público admirado y agradecido, presagiaron una temporada tranquila y segura; en nuestras manos queda.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía


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