domingo, 20 de septiembre de 2020

KNIGHT OF CUPS El príncipe de las piscinas

USA 2015 118 min.
Guion y dirección
Terrence Malick Fotografía Emmanuel Lubezki Música Hanan Townshend Intérpretes Christian Bale, Cate Blanchett, Natalie Portman, Brian Dennehy, Antonio Banderas, Freida Pinto, Wes Bentley, Isabel Lucas, Teresa Palmer, Imogen Poots, Peter Mathiessen, Armin Mueller-Stahl, Cherry Jones, Kevin Corrigan, Jason Clarke, Ryan O’Neal y la voz de Ben Kingsley Estreno en el Festival de Berlín 8 febrero 2015; en Estados Unidos 4 marzo 2016; en España (no en Sevilla) 18 septiembre 2020 

La falta de una política de estrenos precisa y homogeneizada en estos tiempos de pandemia, con grandes ausencias de películas taquilleras en nuestras salas, propicia la apuesta de los exhibidores por cine clásico y, como en este caso, películas que fueron despreciadas en su momento. Entre To the Wonder y Vida oculta, además de varios documentales coqueteando con nuevas tecnologías, Terrence Malick realizó dos películas que no conocieron estreno en nuestras pantallas en su momento, y que ahora se recuperan, al menos en algunas ciudades españolas. Una es Song to Song, que se estrenará la próxima semana, y la otra es este Knight of Cups o Caballero de las tazas. Partiendo de una especie de cuento oriental que su padre contaba al protagonista de esta historia, si es que la hay, un príncipe viaja al oriente para hacerse con una perla, pero en el camino es embriagado con una taza de extraño brebaje que le hace olvidar su condición y su objeto.

En la vorágine y la superficialidad de Hollywood y sus aledaños, el siempre apolíneo Christian Bale da vida a ese joven perdido y desorientado que parece haber sufrido el destino de aquel príncipe de cuento de mil y una noches. Sus devaneos con la sociedad, en la que Antonio Banderas parece adoptar la figura de un maestro de ceremonias aflamencado y siempre dispuesto para la juerga, le llevan a coquetear con ex mujeres, amantes, novias y deseos carnales, hasta seis en total, que sirven de pretexto para la sempiterna estética de anuncio de perfume que Malick ya ensayó en El árbol de la vida y To the Wonder. Pero si en la anterior había un atisbo de argumento, con trío amoroso de por medio, en Knight of Cups todo parece enfocado a un ejercicio de relajación perpetuo en el que innumerables piscinas de suntuosas mansiones sirven como oasis en los que purgar el aburrimiento y la falta de horizonte, mientras Bale deambula con cara de desnortado al son que le marca un Ben Kingsley en modo recital poético en off.

Al director de fotografía Emmanuel Lubezki el experimento le sirve para poner toda la carne en el asador, al margen de limitaciones dramáticas, en lo que parece una instalación sensorial a su servicio. Mientras al compositor Hanan Townshend no le queda más remedio que someterse a los designios del director, que da preferencia a las místicas páginas de Vaughan Williams, Kilar, Bruch, Corelli y el inevitable Arvo Pärt. El conjunto seguramente irritará a más de uno y una, su falta de guion desconcertará y sus propuestas resultarán pretenciosas y posiblemente vacías, pero no se puede negar que tiene cierta belleza y que Malick conoce bien lo que pretende y lo ofrece sin truco ni engaño alguno.

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