sábado, 19 de septiembre de 2020

UNO PARA TODOS Buenas intenciones faltas de un buen desarrollo

España 2020 94 min.
Dirección
David Ilundain Guion Coral Cruz y Valentina Viso Fotografía Bet Rourich Música Zeltia Montes Intérpretes David Verdaguer, Patricia López Arnaiz, Clara Segura, Ana Labordeta, Betsy Túrnez, Jorge Pobes, Valeria Endrino, Vega Vallés Estreno en el Festival de Miami 8 marzo 2020; en salas comerciales 18 septiembre 2020

Cinco años ha necesitado David Ilundain para volver a ponerse tras la cámara, a pesar del buen sabor que nos dejó su ópera prima, B, un intenso thriller sobre los Papeles de Bárcenas y un espléndido duelo interpretativo entre Padro Casablanc (Bárcenas) y Manolo Solo (Juez Ruz). Regresa ahora con las mismas buenas intenciones de reflejar en la gran pantalla, debidamente dramatizada, una realidad que conocemos a través de su tratamiento diario en los medios de comunicación: la educación de nuestros y nuestras más jóvenes, y las consecuencias que en una comunidad que empieza a vivir tiene el acoso escolar.

En localizaciones de Caspe y Arenys de Munt, entre Cataluña y Aragón, el cada vez más de moda David Verdaguer interpreta a un joven profesor interino que ha de cubrir una baja por maternidad en un pueblo de la sierra aragonesa. Allí descubrirá que en el seno del curso de sexto de primaria del que tiene que hacerse cargo, los y las niñas viven una realidad más preocupante de lo que pudiera pensarse. Ilundain mantiene un proverbial talento para sacar el máximo partido a sus intérpretes, logrando de Verdaguer una interpretación con suficientes matices, entre la ambigüedad, la contención y la emoción, aunque su personaje acabe resultando más deudor del cliché de lo que cupiera esperar. Se trata del típico carácter imposible, algo autista y con más complicaciones emocionales de las convenientes, que sin embargo se atreve a resolver los problemas de los demás… ¿quién no conoce a alguien con esta particular bipolaridad? Alguien que no se permite tratar a sus seres queridos con la misma generosidad que pregona a diario con desconocidos integrantes de una comunidad a la que presuntamente hay que salvar. Un goteo de agua incesante en su piso de alquiler explicita aun más ese carácter relativamente atormentado.

Es quizás eso lo más interesante de la película, que en su desarrollo atisba más de un lugar común, mucha convención y un ruego permanente de que el espectador acepte lo que se le cuenta libre de prejuicios y con un convencimiento más apoyado en la impostura que en la mera naturalidad. No obstante la frescura con la que el numeroso elenco de niños y niñas abordan su cometido rebaja ese nivel de autocomplacencia que parece inundar al guion y su desarrollo a menudo falto de ritmo. Un libreto que tiene sus hallazgos bien apuntados, el trabajo en equipo, la creatividad y la imaginación, pero que en el camino va perdiendo oportunidades, como esas cartas al yo del futuro que apenas tienen consecuencia, o lo convencional que resulta que prácticamente todos y cada una de los jóvenes personajes tengan un talento sobresaliente. Se agradece no obstante que por fin nuestra cinematografía vaya tomando conciencia de temas tan preocupantes en nuestra sociedad, como nuestro país vecino, Francia, viene haciendo desde hace tanto. Pero quizás haga falta algo más de rodaje para conseguir emocionar y convencer como lo hacen a menudo los galos. De momento aplaudimos que su promoción, incluido un muy tópico pero efectivo cartel, consiga que los padres lleven a sus hijos a verla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario