sábado, 17 de septiembre de 2022

KORÉ, UN CUARTETO MUY ARROPADO

XXIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Cuarteto Koré: Clara Isabel Gris Sánchez y Àngels Spiell Chaler, violines; Ángela Calero Jiménez, viola; Julia Elena Núñez Lozano, violonchelo. Programa: Cuarteto de cuerdas en Mi bemol mayor, de Fanny Mendelssohn; Cuarteto para cuerda nº 14 en re menor D. 810 “La muerte y al doncella”, de Franz Schubert. Viernes 16 de septiembre de 2022

Foto: Actidea

Cada vez son más los conjuntos comprometidos con la música compuesta por mujeres cuando eso se consideraba una osadía y se castigaba con la postergación y el anonimato. Muchos de estos conjuntos están integrados exclusivamente por ellas, que reivindican así no solo la enorme cantidad de partituras que emergieron del talento femenino, muchas de ellas de una calidad incontestable, sino también su propio papel en una sociedad endeble y marginal en la que siempre peligran los progresos arduamente alcanzados a nivel social e igualitario. Las jóvenes integrantes del Cuarteto Koré, que debe su nombre al mito griego de Proserpina, cuyo célebre rapto tan bien retrató Bernini en su famosa escultura, evidencian ese compromiso con su género pero sin limitarse a él, abriéndose a otros campos más o menos relacionados con su reivindicación que amplían el abanico de sus posibilidades.

Bajo el techo de la Fundación Barenboim-Saïd han emergido grandes talentos de la interpretación, aumentando y mejorando junto a otros proyectos e instituciones la presencia de jóvenes de nuestra tierra a lo largo y ancho del planeta. Las dos cordobesas, Clara Isabel Gris y Ángela Calero y la sevillana Julia Elena Núñez, junto a la castellonense Àngels Spiell, podrían engrosar esa privilegiada lista si con el paso del tiempo logran madurar su expresividad y pulir los desajustes técnicos que evidenciaron en este concierto con el que las Noches del Alcázar prácticamente puso final a su actual temporada. Con una gran expectación traducida en lleno absoluto y la presencia de un amplio sector cultural arropando su encuentro con el despistado público del Alcázar (rara es la vez, ayer por ejemplo con Ruibérriz y Lucio-Villegas, que se respetan los silencios entre movimientos sin romper a aplaudir de manera harto impertinente), el concierto tuvo más que ver con un evento cultural y social que con un sencillo y a menudo disciplinado bolo veraniego. Lástima que los resultados artísticos no acompañaran en toda su plenitud.

El Cuarteto de Fanny Mendelssohn empezó desangelado, flácido y con una cuerda aguda incurriendo en numerosos roces y molestas vibraciones. Este trabajo rapsódico basado en una anterior sonata inacabada de la compositora, no encontró en las intérpretes el carácter sombrío en la línea de Beethoven que le caracteriza. Por el contrario se centraron más en su belleza dionisiaca, con parada en un Romanze que se erige como piedra angular de la pieza, pero del que no acertaron a plasmar su aire inquieto y elusivo. Mejor resultó el allegro final, vivaz y elocuente pero sin transmitir ese carácter sombrío que la página no abandona en ningún momento y que al hermano de la autora le animó para tildarla de indisciplinada y poco convencional. Sí se mostró por el contrario unas articulaciones bien definidas, un diálogo fluido y una fuerte compenetración, naturalmente primordial para cualquier trabajo en equipo.

Un cuarteo trágico

El famoso cuarteto La muerte y la doncella supone la base sobre la que se edifica el trabajo de estas intérpretes. Schubert lo compuso inspirándose precisamente en el mito de Proserpina, también conocida como Koré, si bien con la intención más profunda y comprometida de aplicarla a su propio devenir futuro y su inminente desaparición, lo que da al trabajo un carácter eminentemente trágico y desesperado. Tal es así que la pieza inspiró a su vez el guion de Ariel Dorfman para la película de Roman Polanski del mismo título, así como una de las películas más celebradas de Woody Allen, Delitos y faltas, para ilustrar el dramático personaje que interpretaba Anjelica Huston y que da buena pista de la trágica propuesta de Schubert.

Una buena interpretación de la pieza, y las Koré la han convertido en su caballo de batalla, merece desentrañar todo el drama que la inspira, cómo su autor miraba frente a frente a una muerte que reconocía inminente. Pero aunque a nivel técnico la cosa mejoró ostensiblemente, y sus texturas se ciñeron mejor a la calidad de la pieza, las cuatro intérpretes pasaron de puntillas por ese drama existencial que inspira la obra, sin acertar a plasmar todos los estados de ánimo que subyacen en su compleja construcción. Sí transmitieron impulso febril y una enorme capacidad de resistencia ante una partitura que se considera extenuante y extremadamente visceral. Pero hubo caídas de tensión y continuas inseguridades al apianar, más certeza en los pasajes agitados y algún acierto en serenidad y meditación en las variaciones sobre el lied Der Tod un das Mädchen que integran su célebre andante con moto. Salvajes acentos y escalas fulgurantes asomaron en el scherzo, mientras el presto final, una endemoniada tarantela, se resolvió con fogosidad y una energía inquieta que hace suponer que con más trabajo y disciplina el Cuarteto Koré alcanzará algún día el tono justo para abordar esta y otras páginas importantes del repertorio con un mayor nivel de excelencia y más capacidad para decir cosas nuevas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

No hay comentarios:

Publicar un comentario