miércoles, 21 de septiembre de 2022

EL ACUSADO La cuestión del consentimiento

Título original: Les choses humaines
Francia 2021 138 min.
Dirección
Yvan Attal Guion Yvan Attal y Yaël Langmann, según la novela de Karine Tuil Fotografía Rémy Chevrin Música Matthieu Lamboley Intérpretes Ben Attal, Suzanne Jouannet, Charlotte Gainsbourg, Pierre Arditi, Matthieu Kassovitz, Benjamin Lavernhe, Audrey Dana, Camille Razat. Judith Chemla Estreno en el Festival de Venecia 9 septiembre 2021; en Francia 1 diciembre 2021; en España 9 septiembre 2022

Más incluso que su título original, Las cuestiones humanas, resulta acertado el del clásico americano Nature Boy, canción que con diferentes variaciones suena a lo largo del film y que viene a significar Chico natural pero en su acepción de primitivo. Porque de eso trata este intenso e interesantísimo film, de erradicar ese hombre institucionalizado y naturalizado que sigue heredando los defectos del pasado y que le hace pasearse por la vida con la prepotencia y la chulería que le hace sentirse muy por encima de sus congéneres femeninos. Están ahí y ni siquiera lo saben, creen que todo lo que han leído y visto sobre el tema les ha hecho reflexionar y sentirse hombres modernos y respetuosos, pero no pueden evitar echar una y otra vez mano de una herencia podrida y envenenada.

Se trata sin duda la película más intensa y elaborada del director de Una razón brillante, y para darle ese toque familiar que la cita requiere, ha contado con su propia esposa, Charlotte Gainsbourg, y su hijo, Ben Attal, para incorporar a la madre del acusado del título español, que no lo es sino de una violación. Los protagonistas son gente de clase alta y mediática, la madre una activista del feminismo a su modo y el padre, Pierre Arditi, un periodista televisivo extremadamente popular a punto de recibir una distinción máxima cuando acontecen los hechos que desatan el drama. Una tragedia moderna que afecta a víctima y verdugo por falta de un sistema educativo suficientemente eficaz y una política de clases más equitativa y justa. Attal adapta la novela en la que se basa con suma pulcritud y precisión quirúrgica para acabar entregándonos una suerte de tesis doctoral sobre la materia en la que no queda ningún resorte ni cuestión relacionada con el tema por tratar de la forma más didáctica posible.

En el horizonte se encuentra la arriesgada y atrevida misión de identificar dónde se encuentra la delgada línea que define lo que es consentimiento y lo que no es, y sobre todo cuáles son las motivaciones para decidirlo. El conjunto funciona así como suntuoso y absorbente melodrama judicial, atractivo por su puesta en escena y su solvente reparto, todos cabeceras de un cartel que nos recuerda al de otra película de juicio trascendente, aunque a un nivel político y militar de mayor enjundia, El juicio de Nuremberg, aquí traducida como Vencedores y vencidos, quizás porque al fin y al cabo estamos ante un ejemplo claro de cine clásico.

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