viernes, 4 de abril de 2025

COELHO Y LA ROSS NOS SUMERGEN EN LA MÚSICA DEL SIGLO XX

Gran Sinfónico nº 8 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Vicent Morelló Broseta, flauta. Nuno Coelho, dirección. Programa: Poema-Sakzka, de Sofiya Gubaidúlina; Concierto para flauta, de Carl Nielsen; Le Sacre du printemps, de Ígor Stravinski. Teatro de la Maestranza; jueves 3 de abril de 2025


Se agradece a la Sinfónica programar un concierto dedicado exclusivamente a la música del siglo XX, introducido por la recientemente fallecida Sofiya Gubaidúlina, quien a pesar de un abultado catálogo, rara o ninguna vez encuentra hueco en nuestros conciertos sinfónicos. Le siguieron el imprescindible concierto para flauta del danés Carl Nielsen, y culminó con una nueva interpretación de La consagración de la primavera, que como otras veces resultó tan fresca como sorprendente.

A la batuta Nuno Coelho, un director ya conocido por los maestros y maestras de la ROSS, y por el público del Maestranza, ayer completado con una importante representación de jóvenes, que a buen seguro disfrutarían con la notable espectacularidad de la página stravinskiana, todo un salvoconducto para seguir interesándose por la gran música y decidir ahondar en ella a través de nuevas citas concertísticas.

Poema de cuento de hadas, la pieza de Gubaidúlina, narra un hermoso canto del cisne de líneas muy sutiles interrumpidas por ocasionales estallidos de color, donde es posible encontrar reminiscencias de la pieza de Stravinski en algunos de sus pasajes, demostrando la influencia absoluta del ruso en la música del siglo XX y aún el presente. Aquí, Coelho logró un control absoluto de las dinámicas y la narrativa, con una orquesta sorprendente en los pasajes más sottovoce. Todo un muestrario de sugerencias y caricias en un lenguaje avanzado, cargado de sensualidad pero nunca temerario.

Un solista a la altura

Primer flautista de la ROSS, junto a Juan Ronda, Vicent Morelló volvió a ejercer como solista en un concierto del conjunto al que pertenece desde hace casi veinte años. Y lo hizo con una pieza icónica de su currículo, ya que fue precisamente el concierto de Nielsen el que interpretó en 1996 junto a la Sinfónica de RTVE cuando ganó el concurso de Juventudes Musicales.


Pieza por lo tanto que conoce bien, y prueba de ello es que la interpretó sin partitura, haciéndose dueño de cada giro e inflexión, con resultados sobresalientes en todas las facetas, desde un control absoluto de la respiración, un legato perfectamente hilado, unas agilidades extraordinarias y un fraseo elegante y dinámico.

Como resultado, pudimos disfrutar de un concierto travieso y sonriente, a la vez de porte aristocrático y generoso en fantasía, con participaciones puntuales del trombón y el clarinete en perfecta sintonía con el solista. La orquesta se hizo notar sin eclipsar en ningún momento a Morelló, un acierto absoluto de su comprometido director.

Como propina, Morelló y la orquesta ofrecieron el Andante en Do mayor K 315 de Mozart, perfectamente integrable en el programa al ofrecerse a la vieja usanza, con instrumento moderno y orquesta sinfónica, como se hacía en los tres primeros cuartos del siglo XX. Morelló aprovechó para hacer alarde de una musicalidad y una elegancia melódica extraordinarias.

Todo un espectáculo de sonido y color

La consagración de la primavera quizás sea una de las páginas más divulgadas de la orquesta hispalense, y no por ello nos cansamos de disfrutarla. Sorprende cómo sin salirse un ápice de su estructura y narrativa, hay tantos matices por descubrir en esta imprescindible página que tantas puertas abrió a la composición musical del siglo XX.

Coelho rubricó aquí una interpretación de acentos sincopados, densidad orquestal y armónica y juegos ágiles y dinámicos entre todas las familias orquestales. Fue posible percibir toda la magia y el misterio que impregna la página, beneficiándose en esta ocasión de un trabajo de los metales y la percusión absolutamente sobresaliente.

También supo impregnar la página de un ritmo vertiginoso, limando asperezas y logrando una superposición perfectamente medida de acordes y tonalidades, todo lo cual provocó tanto estremecimiento como admiración. Hubo estruendo pero nunca caos, primando la claridad de matices y planos sonoros en una interpretación que mereció los más acalorados aplausos.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía


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