Este
factor, unido al hecho de que el público
fanático de las bandas sonoras se concentra fundamentalmente alrededor de
los grandes compositores internacionales y el cine de Hollywood, propició que el aforo luciera algo desangelado. Una
sensación que se extendió también al modus
operandi de Lucas Macías y los maestros y maestras de la orquesta, que en
la primera parte no lograron estar a la
altura acostumbrada, especialmente cuando se trata de un género en el que
la Sinfónica brilló tanto en épocas pretéritas, cuando se celebraban los
añorados Encuentros de Música de Cine.
Sin
programa de mano físico, se hubiera agradecido que en las pantallas repartidas
por toda la sala se apuntaran los
títulos interpretados, como guía a un público algo desnortado cuyo
desinterés, en algunos casos, se tradujo en continuas y fastidiosas consultas
al móvil, no precisamente para seguir el programa. Grabar videos, hacer
fotografías y charlar sin compasión fueron otras de las lindezas repartidas por la platea, sin que el personal de sala
hiciera nada por impedirlo.
Primera parte: Un popurrí variado
Quizás
la desacostumbrada acústica de la sala provocara que en la primera parte del
concierto se detectaran deficiencias de
diverso calado. Unas impresiones que tuvieron que ver con el aire afligido
que pareció predominar en el catálogo de partituras seleccionadas. Las de Antón García Abril, tan reconocido en
el ámbito de la música de concierto de vanguardia, y tan popular cuando de
música de cine o televisión se trataba (Sor
Citroén), sonaron un poco desvaídas.
Tras
la música que suena cada año en los Goya, que sigue la tradición habitual en
las fanfarrias, acompañadas de fragmentos más relajados que conforman una
suerte de suite, y que la ROSS interpretó de manera aseada, sonaron dos de sus composiciones para la televisión
más afamadas. Ambas siguen el patrón de melodía pegadiza y romántica
repetida hasta la saciedad. Se trata de Anillos
de oro y Fortunata y Jacinta,
aunque en esta última el piano de Tatiana
Postnikova quedó sepultado bajo la efusiva cuerda.
Un
bloque dedicado al internacional Fernando
Velázquez arrancó con una suite de Ocho
apellidos vascos, en el que destacó el trabajo
de los percusionistas de la ROSS en la txalaparta. Siguieron el elegíaco
tema principal de Lo imposible, con
buenas prestaciones de Alejandro Olóriz al chelo y las jóvenes voces de la Asociación Musical CÓDICE, y una
generosa suite de Lope, en la que
destacó el emocionante crescendo
final que la orquesta defendió con
fuerza expansiva.
Segunda
parte: Calidad e imaginación
Sólo
tres títulos integraron la más acertada
y de mayor calidad segunda parte, abordada por Macías y la orquesta con gran
interés. Las suites empleadas en las piezas de Manuel Parada y Jesús García-Leoz, fueron en su día grabadas por
José Nieto y la Sinfónica de Radio Bratislava, así como por la Orquesta
Sinfónica y Coro de RTVE bajo la dirección de Adrian Leaper. Suites perfectamente ensambladas para
dar una idea bastante completa y precisa de cada película y su ilustración
musical.
![]() |
| Foto: Marina Casanova |
Fotos: Lolo Vasco (SEFF)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía





No hay comentarios:
Publicar un comentario