Concierto de Navidad del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla. Aurora Peña, soprano. Orquesta Barroca de Sevilla. Martyna Pastuszka, violín y dirección. Programa: Gloria in excelsis Deo: Suite nº 1 en Do mayor BWV 1066, de Bach; Concerto grosso Op. 8 nº 6 “Pastorale per il Santissimo Natale” en sol menor, de Torelli; Concierto para dos oboes y fagot en Do mayor “alla francese” TWV 53:C1, de Telemann; Gosa paloma hermosa (aria de la Cantada a solo a la Concepción Purísima de Nuestra Señora), de Rabassa; Concerto grosso Op. 1 nº 8 “per il Santo Natale” en fa menor, de Locatelli; Salve Regina HWV 241 y Gloria HWV deest, de Haendel. Espacio Turina, viernes 19 de diciembre de 2025
Otro
colosal encuentro con nuestra Orquesta Barroca, a propósito de las fiestas navideñas, tuvo lugar la lluviosa tarde
de ayer en su espacio de residencia, el Turina. Y ni los chubascos pudieron con
su ferviente y fiel público, que
llenó la sala con la adhesión del que congregó el Consejo general de
Hermandades y Cofradías de Sevilla, anfitrión de la fiesta. Se trató del
segundo concierto de esta temporada de la formación hispalense que fue dirigido
por su artista de residencia, Martyna Pastuszka,
tras el que ofreció el pasado mes de octubre. En esta ocasión la violinista
polaca cedió el protagonismo a otros integrantes de la orquesta, reservándose
para ella el de directora, lo que defendió con
ahínco y sentido de la responsabilidad.
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| Martyna Pastuszka |
En
los atriles un programa fundamentalmente
navideño que arrancó con una agitada y alegre revisión de la primera de las
suites orquestales de Bach, puro rock barroco cuya obertura se benefició
de un prodigioso caudal de energía y contagiosa fluidez de la mano de un
conjunto dispuesto a conseguir que la
propuesta resultara una auténtica fiesta. Ya entonces se vislumbró la
fuerza del trío de ases de maderas que formaron Katy Elkin y Jacobo Díaz a los oboes y Alberto Grazzi al fagot,
mientras la cuerda grave volvió a dotar de músculo y robustez al fabuloso
conjunto integrado en esta ocasión por diecisiete
maestros y maestras. El resto de la pieza fue un dechado de sorpresas,
juegos dinámicos y detalles preciosistas que lograron una interpretación exquisita, fabulosa.
Pastuszka
justificó la combinación que vino a continuación, el Concierto de Navidad de Torelli y el Salve Regina de Haendel ofrecidos
de forma alternativa, como un acercamiento a la virgen desde una óptica
amable y desenfadada y otra más solemne, un modo a su juicio de comunicarse en estos
tiempos tan delicados e imprecisos que
nos ha tocado vivir. El experimento resultó acertado, sumándose a la propuesta
la voz arrolladora y bien colocada de la
soprano Aurora Peña, con su particular timbre ahora más denso, próximo quizás
al de una mezzo, que logró alternar dulzura y piedad en el aria introductoria y
su continuación, Ad te clamamus, con arrogante fulgor en O Clemens, si bien acusó alguna pérdida puntual de intensidad en los extremos
más graves de la obra.
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| Aurora Peña |
La
orquesta, por su parte, destiló dulzura y
amabilidad en el Concerto grosso Pastorale
per il Santissimo Natale de Giuseppe Torelli, pieza que particularmente
guardo en mi corazón por incluirse en mi primer vinilo de música barroca a muy
temprana edad. El trío de oboes y fagot
volvió a destacar, ahora dejando claro su papel solista en el concierto alla francese de Telemann, cuyos aires galantes y ceremoniosos fueron
perfectamente desgranados por la orquesta con la atenta mirada de Pastuszka, su
particular acento dinámico y la caudalosa
fluidez de los timbres en liza.
Peña abordó después un aria de Pedro Rabassa, que en su condición de
maestro de capilla de la Catedral de Sevilla durante una treintena de años,
protagonizó la primera piedra de un nuevo proyecto de la Barroca de recuperación del patrimonio musical de la
ciudad. Gosa paloma hermosa sonó
con una inusitada sencillez en la voz muy en estilo de la soprano valenciana,
de la misma forma que el Concierto de
Navidad, Concerto grosso Op. 1 nº 8,
de Locatelli, encontró en el conjunto otro
referente de contenida dulzura, perfectamente combinada con las necesarias
dosis de suntuosidad a las que tan bien se ajustó, por ejemplo, la excelente violinista Fumiko Morie en
sus destacadas intervenciones.
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| Fumiko Morie, y detrás Valentín Sánchez |
Para
terminar, Peña encontró el vehículo
perfecto para exhibirse en potencia y coloratura en un Gloria de Haendel descubierto hace apenas un cuarto de siglo, que
le brindó la oportunidad de marcarse algún sobreagudo, destacar en proyección y
mostrar una indiscutible capacidad para la
ornamentación, culminando con un Quoniam
Tu solus sanctus al que el conjunto se prestó con todo el ahínco y el
entusiasmo posible. Ya completamente segura y desinhibida, la soprano entonó un
Rejoice de El Mesías cálido e impetuoso, después de que Valentín Sánchez, con
su proverbial simpatía, nos invitase a cantar Adeste Fideles, demostrándose una vez más que el público sevillano sabe muy bien cómo comportarse en fiestas, y tiene
un especial talento, llamémosle arte, para cantar.
Fotos:
Luis Ollero
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