sábado, 20 de diciembre de 2025

UNA CAUDALOSA PROPUESTA NAVIDEÑA

Concierto de Navidad del Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla. Aurora Peña, soprano. Orquesta Barroca de Sevilla. Martyna Pastuszka, violín y dirección. Programa: Gloria in excelsis Deo: Suite nº 1 en Do mayor BWV 1066, de Bach; Concerto grosso Op. 8 nº 6 “Pastorale per il Santissimo Natale” en sol menor, de Torelli; Concierto para dos oboes y fagot en Do mayor “alla francese” TWV 53:C1, de Telemann; Gosa paloma hermosa (aria de la Cantada a solo a la Concepción Purísima de Nuestra Señora), de Rabassa; Concerto grosso Op. 1 nº 8 “per il Santo Natale” en fa menor, de Locatelli; Salve Regina HWV 241 y Gloria HWV deest, de Haendel. Espacio Turina, viernes 19 de diciembre de 2025


Otro colosal encuentro con nuestra Orquesta Barroca, a propósito de las fiestas navideñas, tuvo lugar la lluviosa tarde de ayer en su espacio de residencia, el Turina. Y ni los chubascos pudieron con su ferviente y fiel público, que llenó la sala con la adhesión del que congregó el Consejo general de Hermandades y Cofradías de Sevilla, anfitrión de la fiesta. Se trató del segundo concierto de esta temporada de la formación hispalense que fue dirigido por su artista de residencia, Martyna Pastuszka, tras el que ofreció el pasado mes de octubre. En esta ocasión la violinista polaca cedió el protagonismo a otros integrantes de la orquesta, reservándose para ella el de directora, lo que defendió con ahínco y sentido de la responsabilidad.

Martyna Pastuszka
En los atriles un programa fundamentalmente navideño que arrancó con una agitada y alegre revisión de la primera de las suites orquestales de Bach, puro rock barroco cuya obertura se benefició de un prodigioso caudal de energía y contagiosa fluidez de la mano de un conjunto dispuesto a conseguir que la propuesta resultara una auténtica fiesta. Ya entonces se vislumbró la fuerza del trío de ases de maderas que formaron Katy Elkin y Jacobo Díaz a los oboes y Alberto Grazzi al fagot, mientras la cuerda grave volvió a dotar de músculo y robustez al fabuloso conjunto integrado en esta ocasión por diecisiete maestros y maestras. El resto de la pieza fue un dechado de sorpresas, juegos dinámicos y detalles preciosistas que lograron una interpretación exquisita, fabulosa.

Pastuszka justificó la combinación que vino a continuación, el Concierto de Navidad de Torelli y el Salve Regina de Haendel ofrecidos de forma alternativa, como un acercamiento a la virgen desde una óptica amable y desenfadada y otra más solemne, un modo a su juicio de comunicarse en estos tiempos tan delicados e imprecisos que nos ha tocado vivir. El experimento resultó acertado, sumándose a la propuesta la voz arrolladora y bien colocada de la soprano Aurora Peña, con su particular timbre ahora más denso, próximo quizás al de una mezzo, que logró alternar dulzura y piedad en el aria introductoria y su continuación, Ad te clamamus, con arrogante fulgor en O Clemens, si bien acusó alguna pérdida puntual de intensidad en los extremos más graves de la obra.

Aurora Peña

La orquesta, por su parte, destiló dulzura y amabilidad en el Concerto grosso Pastorale per il Santissimo Natale de Giuseppe Torelli, pieza que particularmente guardo en mi corazón por incluirse en mi primer vinilo de música barroca a muy temprana edad. El trío de oboes y fagot volvió a destacar, ahora dejando claro su papel solista en el concierto alla francese de Telemann, cuyos aires galantes y ceremoniosos fueron perfectamente desgranados por la orquesta con la atenta mirada de Pastuszka, su particular acento dinámico y la caudalosa fluidez de los timbres en liza.

Peña abordó después un aria de Pedro Rabassa, que en su condición de maestro de capilla de la Catedral de Sevilla durante una treintena de años, protagonizó la primera piedra de un nuevo proyecto de la Barroca de recuperación del patrimonio musical de la ciudad. Gosa paloma hermosa sonó con una inusitada sencillez en la voz muy en estilo de la soprano valenciana, de la misma forma que el Concierto de Navidad, Concerto grosso Op. 1 nº 8, de Locatelli, encontró en el conjunto otro referente de contenida dulzura, perfectamente combinada con las necesarias dosis de suntuosidad a las que tan bien se ajustó, por ejemplo, la excelente violinista Fumiko Morie en sus destacadas intervenciones.

Fumiko Morie, y detrás Valentín Sánchez

Para terminar, Peña encontró el vehículo perfecto para exhibirse en potencia y coloratura en un Gloria de Haendel descubierto hace apenas un cuarto de siglo, que le brindó la oportunidad de marcarse algún sobreagudo, destacar en proyección y mostrar una indiscutible capacidad para la ornamentación, culminando con un Quoniam Tu solus sanctus al que el conjunto se prestó con todo el ahínco y el entusiasmo posible. Ya completamente segura y desinhibida, la soprano entonó un Rejoice de El Mesías cálido e impetuoso, después de que Valentín Sánchez, con su proverbial simpatía, nos invitase a cantar Adeste Fideles, demostrándose una vez más que el público sevillano sabe muy bien cómo comportarse en fiestas, y tiene un especial talento, llamémosle arte, para cantar.

Fotos: Luis Ollero

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